Boletín Nº 111 Año X
Octubre de 2016
Vieja mujer con un rosario - Cézanne
SUMARIO
Apuntes para la Estética del Posimpresionismo
Homenaje a Cervantes
Estética decimonónica. Segundo Regesto
Triple fantasía
Apuntes para la Estética del Posimpresionismo. Cezanne 2º parte
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Este artista logró
integrar en sus trabajos la abstracción ideal, la representación realista y la
expresión de la propia subjetividad, como en los múltiples retratos de la
señora Cézanne y su hijo Paul.
Mme. Cézanne
Pese a todo, nunca
creyó que alcanzaría a representar adecuadamente la figura humana. Así es que
destruyó muchas de sus obras, por considerarlas indebidamente, en un exceso de
auto exigencia, impresentables.
El negro Escipión - Cézanne
Pero lo auténticamente
revolucionario de su producción permaneció oculto a sus contemporáneos,
allegados, artistas y críticos. Por el tratamiento de las estructuras planas
fue el antecedente del Cubismo, que tuvo como creadores a Pablo Ruiz Picasso y
Georges Braque.
Bodegón de manzanas - Cézanne
Sin embargo, ésa no
fue su única contribución innovadora, ya que Henri Matisse lo admiró por el uso del color.
Armonía en rojo – Matisse
El marchante Ambroise
Vollard lo promovió y organizó una exposición de sus obras. Con esto Paul
Cézanne trascendió el pequeño círculo de jóvenes artistas y pos impresionistas
como Paul Gauguin y Vincent van Gogh.
Ambroise Vollard - Cézanne
Homenaje a Cervantes
Prof. Graciela Sovrán Haro
Broma del Duque y su compañía
Panza al aire su
corbacho
Cómitre sin
piedad,
Otorga sus
latigazos
A los forzados
del mar.
Sancho: - Yo
digo que éste es Infierno
Y el cómitre es
Lucifer.
Observo que en
este averno
Nadie se salva
la piel.
Don Quijote: -
Si te quitas la camisa
Sancho amigo, en
verdad,
Podrás recibir
golpiza
Y a Dulcinea
liberar.
Viendo los remos
moverse
Sancho piensa,
en desatino,
Que esos que
mueven con ritmo
No son remos,
sino pies.
- Esto sí es encantamiento,
No lo que dice mi amo.
¿Qué hicieron los desdichados
Que los castigan los vientos?
Llegados a las galeras
Con Don Antonio Moreno,
A Sancho y al caballero
Las chirimías atruenan.
En el esquife subiendo,
(Tapetes y terciopelo),
El cañón remonta el vuelo
Y la chusma los saluda.
Estética decimonónica. Segundo Regesto
Texto: Lic. Alicia Grela VázquezImagen: Prof. Elsa Sposaro
La estética de fines del siglo XIX tiene un muy notable
representante en Carlos Marx, pues si bien él no escribió específicamente un
texto sobre estos temas axiológicos, en algunas de sus principales obras habló
de ellos con ideas que merecen especial consideración. Incluyó, como es obvio,
al Arte entre las producciones del hombre. Consideró que el Capitalismo intenta
enajenarlo, como también quitarle a lo estético lo que le es más auténticamente
propio.
Carlos Marx
Marx consideró lo estético es una necesidad, aunque no
básica sino de orden superior. Propuso una
sociedad en la cual desarrollar las potencialidades restringidas a los
trabajadores oprimidos. Afirmó que la sensibilidad debe ser la base de toda
ciencia. Al decir esto le otorgó o reconoció una importancia fundamental a la
creación artística.
El formalismo ruso puede considerarse emparentado con
la visión marxista, aunque difiere de él grandemente, al dar supremacía a la
forma con respecto al contenido. El formalismo ruso se centró en el estudio de
la Literatura y se aproximó más analíticamente
a ella.
Vladimir Propp
Los creadores del socialismo científico y el
comunismo fueron de distinto origen. Uno prusiano: Carlos Marx, y el otro
inglés: Federico Engels. Para elaborar su obra tomaron de dos grandes fuentes:
la Dialéctica de Hegel y la visión materialista de la Historia de Ludwich Feuerbach.
Federico Engels – Carlos Marx
Los preceptos básicos del Capitalismo: la propiedad
privada, la escisión del trabajo y el salario y la plusvalía producen una
alienación en el trabajador que lo convierten en una mercancía más. Se
determina un extrañamiento del operario en relación con el producto de su labor
y, por extensión también se da un extrañamiento de su interioridad.
"Todas estas consecuencias están determinadas por
el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su
trabajo como un objeto extraño. Partiendo de este supuesto, es
evidente que cuánto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más
poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto más pobres
son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí mismo es” .
Ese sistema económico al enajenar al trabajador hace
que la belleza o el placer que no esté referido a la mera satisfacción de una
necesidad básica no tengan lugar en él. El trabajo produce belleza para el empleador,
o deformidades para el trabajador, que se limita a intentar satisfacer sus
necesidades más básicas de subsistencia, dejando a un lado los requerimientos
más espirituales. Entre estas últimas no incluye a la Religión, ya que Marx la
considera como un elemento enajenante.
Para Marx hay funciones humanas como el Arte, la
creación artística y el goce estético, que se reservan para unos pocos: los
privilegiados, la élite. Desde la perspectiva de la esencia humana Marx puede
considerar que hay una cierta semejanza entre el Arte y el trabajo, al hablar
de fuerzas esenciales. El hombre posee la capacidad de producir objetos
materiales que expresan su esencia. Las
obras de arte le llevan a un grado
superior y más alto.
El Arte es un trabajo, una actividad creadora por la cual
el humano produce objetos que lo expresa, hablando de él y por él. No obstante este comienzo en
común, Marx distingue el trabajo y el Arte, pues los productos del primero dan
satisfacción a una necesidad humana, y sólo son útiles en tanto esa necesidad
es cubierta adecuadamente. El Arte aparecería
como un suplemento, una necesidad no básica.
En la superestructura hay conceptos dominantes. Son
las ideas de las clases sociales dominantes. Es por esa razón que se vinculan
con la infraestructura. Por otra parte, la producción artística en un sistema
capitalista genera un mercado. Así, el artista está comprometido con el proceso
económico, y éste a su vez, con las ideas imperantes.
El Capitalismo crea las condiciones
objetivas para el desarrollo del Arte, pero simultáneamente, conforma como un
sector (el más numeroso) de la sociedad: un proletariado, alienado y sin posibilidades de incluirlo,
incorporarlo, asimilarlo e integrarlo.
Proletariado - Berni
La anulación de la propiedad privada podría solucionar
este problema. Esas expropiaciones volverían bajo la forma de la emancipación
de los sentidos y cualidades humanas. Sólo luego de haber
liberado los sentidos, será posible vivir estéticamente libres.
En
Marx se ve una oposición entre lo
práctico y lo estético. El Arte sería una suerte de suplemento, un excedente
extremo de la necesidad, y tal vez, en algún sentido, lo que Max Neef (en su
interpretación divergente de la Economía) denominaría la trascendencia. Una
cultura más complejamente desarrollada, en un momento de grandes logros
económicos, no necesariamente implica mayor felicidad para quienes viven en
ella. Las necesidades, no por eso
estarán cubiertas en mayor medida. Y hasta podría suceder todo lo
contrario. Con esa forma de producción la alienación aumenta.
Max Neef
Podría explicarse la brecha entre lo práctico y lo
estético sería acercándose al concepto de valor de uso, como la capacidad para
satisfacer una necesidad humana. En esto
difiere de la distinción que Max Neef haría posteriormente. Marx no incluye la
experiencia estética como una necesidad básica,
sino como un excedente necesario. El valor de cambio es el que tendría
cualquier objeto en el mercado. Se mide en dinero. Algunas cosas pueden tener
un valor de uso, pero no valor de cambio.
Cierto es que la tendencia del
capitalismo es la comercialización de todo. Y convertir en mercancía todo lo
que sea susceptible de ser negociado (comprado o vendido).
“La satisfacción de la necesidad constituye la
conditio sine qua non para cualquier mercancía. No existe ningún valor (valor
de cambio) sin valor de uso (satisfacción de necesidades), pero pueden existir
valores de uso (bienes) sin valor (valor de cambio), si bien satisfacen
necesidades según su definición”.
El trabajo al satisfacer
necesidades, otorga valor de uso. Como contrapartida recibe un valor de cambio:
dinero, que utilizará para satisfacer necesidades. En las economías precapitalistas
el trabajador (generalmente campesino) trabajaba para sí mismo. Su fuerza de
trabajo servía para cubrir sus necesidades. Era su propio valor de uso. En el
capitalismo el trabajador vende su fuerza de trabajo, cuyo valor de uso cubrirá
la necesidad de producción del elemento diferencial de la economía capitalista:
la plusvalía.
“La posibilidad de producir plusvalía se
realiza cuando una determinada sociedad es capaz de producir más de lo
suficiente para la satisfacción de sus necesidades vitales”.
No siempre que haya un excedente se producirá
la plusvalía, pero ésta no sería posible sin ese extra adicional, que constituye
la base del sistema capitalista. Para ello se requiere la división del trabajo,
con el consecuente incremento de la productividad. Y si la riqueza, la
acumulación aumentara, también se multiplicarían las necesidades, llevadas por la
división del trabajo.
El límite de las necesidades de los
trabajadores viene dado por el lugar que ocupe en la división del trabajo y así
quedará condicionado el alcance en cuanto al nivel de satisfacción de las
diferentes necesidades. En la práctica, hay un cambio en la estructura de
las necesidades, y dado que el trabajo pasaría a ser una necesidad vital. Con
el Capitalismo el tiempo de trabajo se consolidó como la medida a considerar.
Pero, si los asalariados recuperasen la plusvalía, podría instaurarse otra
forma de medición, que respondiese a las complejas necesidades del individuo en
sociedad.
La división
del trabajo en el sistema Capitalista, según Adam Smith
La división del trabajo se da cuando un
trabajador realiza distintas tareas para fabricar un producto. Para incrementar
el rendimiento se reparte de distinto modo.
La División Industrial: se da dentro de una misma empresa. La División
Vertical: implica que un conjunto de trabajos que eran realizados por una
persona han dado lugar a distintas profesiones. Y la División Colateral: que
supone que se separan las distintas profesiones.
Adam Smith
El Capitalismo mercantiliza la obra de arte, la creación artística, como
así también la experiencia estética y el goce de la misma. La clase dominante
no está libremente abierta a la sensibilidad estética, porque consume la obra
de arte y el degradado hedonismo que la caracteriza le lleva a múltiples actos
de consumo artístico.
En varias de sus obras Marx esclareció la fuente y naturaleza de lo estético.
En la relación estética del hombre con la realidad, entendió al Arte como creación
conforme a las leyes de la belleza, según expresó en 1844 en los Manuscritos económico-filosóficos. Allí definía
al hombre como productor de objetos materiales y de obras de arte. Consideraba
entonces una dimensión estética de la existencia humana.
La
división del trabajo en el sistema Capitalista
Marx se encontró con que lo
estético constituía un auténtico reducto de la verdadera existencia humana,
como una esfera esencial que concentra lo mejor de la especie, elevándolo a las
cumbres más altas, luego de recuperar el pleno uso de sus fuerzas, fuera de la
explotación capitalista. Esto lo halló buscando lo humano perdido tras la
alienación del sistema. La
apropiación específicamente humana de las cosas y la naturaleza humana habrán
de regir en la sociedad comunista, una vez que el hombre salga del
reino de la necesidad e ingrese en el de
la libertad, propio de la creación artística y el goce estético. El
Arte no es para Marx una actividad humana accidental u ocasional, sino un
trabajo superior en el cual el hombre despliega sus fuerzas esenciales como ser
humano y las objetiva o materializa en una obra concreta-sensible.
Arte
El
hombre sólo lo es, en la medida en que crea un mundo humano. El Arte aparece en
él como una de las expresiones más elevadas en ese proceso de humanización. El
Arte, como trabajo superior, incrementa hasta un grado insospechado la
capacidad de expresión humana, de objetivación, que se da ya en el trabajo
ordinario.Una sociedad en la que la creación
artística, según Marx la concibe, no será ni la actividad que se concentra
exclusivamente en individuos geniales, excepcionalmente dotados, ni tampoco una
actividad exclusiva y única. Será una sociedad de hombres-artistas en cuanto a
que no sólo el Arte, sino el trabajo mismo, sea la expresión de la naturaleza
creadora del hombre.
Madonna
de Petrogrado – Kuzmá Petrov-Vodkin
“El trabajo humano, como
manifestación total de las fuerzas esenciales del hombre, contiene ya una
posibilidad estética que el arte realiza plenamente. Todo hombre, por ello, en
la sociedad comunista, será creador, es decir, artista. Pero esta sociedad
será, a su vez, una sociedad de artistas-hombres; en cuanto que el artista como
hombre concreto que es, no escindido, no separado de la sociedad, no agota la
totalidad de su ser en la actividad artística por elevada que sea. El artista
de la sociedad comunista es, ante todo, un hombre concreto, total, cuya
necesidad de una totalidad de manifestaciones vitales es incompatible con su
limitación a una actividad exclusiva, aunque ésta sea aquella en que se
despliega más universal y profundamente: el arte".
Triple fantasía
Texto: Lic. Alicia Grela VázquezImagen: Prof. Elsa Sposaro
Hoy, pese a estar lejos en espacio y tiempo de mi solar
nativo, enclavado en el monte coruñés, recupero en la memoria mi legado
labriego. La fraga que rodeaba la casa familiar la enmarcaba en una atmósfera
atemporal que hacía de ella su ambiente más propio.
Fraga gallega
La construcción de piedra era, según recuerdo, una acabada e
irrefutable muestra de la arquitectura
rural popular gallega. Este humilde hogar expresaba en su funcionalidad
la armonía en que nuestros antepasados vivían con la naturaleza. Era ésa la
misma equilibrada forma que ahora las miradas más verdes y ecologistas intentan
lograr.
Vivienda rural popular gallega
La costumbre ancestral, basada en la necesidad, obligaba a
aprovechar sobriamente y con moderación los recursos materiales y humanos. Así
es que los niños también participábamos del proceso productivo, en la medida de
nuestras posibilidades. Sólo la escuela o alguna ocasional indisposición
limitaban o impedían nuestra incorporación en las tareas de la unidad
productiva familiar.
Duendes gallegos
Cuando alguna enfermedad nos retenía en cama, estando ya
algo mejor, pretendíamos hallar a alguno de los duendes de los que tanto se nos
hablara. Entusiasmados buscábamos en la parte alta, en los dormitorios y en el
excusado. Pero éstos eran sitios muy frecuentados por la familia, como para
permitirles a esas fantásticas criaturas permanecer por mucho, sin ser
advertidas.
Lamentablemente lo mismo sucedía abajo, en la cocina. Éstos
eran lugares demasiado concurridos. En ellos toda investigación era vana. Allí
el examen era cansador y frustrante, pues nos conducía irremediablemente a la
derrota y a otra parte.
Cocina gallega (lareira)
Ningún trasgo, por singular que fuera, permanecería dados
sus hábitos, durante el día en áreas tan transitadas. Los relatos familiares
nos regalaron historias, que luego conocimos que otras culturas referían a
gnomos y gremlins.
Mejor sería vigilar desde la pequeña ventana de arriba, el
hórreo, aunque de él sólo se viesen los turulecos que lo adornaban en la parte
superior con una cruz. Igualmente, afuera por razones de salud, no se debía ir
(no nos estaba permitido salir estando malitos). De modo que el pajar y el
granero nos estaban vedados.
Hórreo
Quizás fuese posible hallar algún trasno bromista en el
sótano. Pero habría que esperar a la noche, por sus costumbres noctámbulas.
Claro que la oscuridad de la cava era mucha, como para hacerlo visible a
nuestros ojos inquisidores, pero no nictálopes. Más aún, aunque estuviese
disfrutando del frescor, la presencia de los mayores nos lo impediría.
Tendríamos que encontrar otro camino para dar con él.
Quedaba siempre por escudriñar, bajo la cubierta del techo,
el fallado que funcionaba como sobrado, pues servía tanto para guardar cosas en
desuso como para almacenar alimentos. En las paredes, a ambos lados, tenía
pequeños huecos que las palomas aprovechaban para instalarse y transformarlo en
pombal.
Mucho se nos hablaba del tardo. Se decía de él que era un
ser malvado que vivía bajo la tierra. Siempre que entraba en los hogares
campesinos, se mostraba armado con una espada. Mis paisanos montañeses no le
querían y mis allegados menos, porque según contaban, acostumbraba a sentarse
sobre el pecho de las gentes para provocarles trastornos en el sueño,
pesadillas y dolores varios en el cuerpo.
A los más pequeños se nos aconsejaba dejar junto a la cama,
sobre la mesita, un recipiente con cereales. Él por su fama de curioso,
intentaría contarlos, para saber cuántos eran los regalos. Pero, como sólo se
sabía hasta el cien, si se le pusiera más, al desconocer números mayores,
debería volver a empezar y así pasaría toda la noche reintentándolo sin
molestar para nada ni a nosotros ni a nadie. Ésta parecía ser entonces una
fórmula infalible.
La mejor solución, ya que no se dejaba ver, podría ser
colocar en el palomar una cunca, un cuenco con muchos granos para que se
entretuviese fuera de la habitación y esperar que las aves no los comiesen
todos, o al menos, dejasen más de un ciento. Entonces me decía: “Bien, pensaré
y ya se me ocurrirá algo”. Claro que eso nunca sucedió.
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