miércoles, 29 de diciembre de 2010

El arte de la esquina

El arte de la esquina




Boletín Mensual Nº 41 – Año 4


Diciembre 2010



Odalisca - detalle - Ingres


SUMARIO

La Estética del Neoclasicismo (cuarta parte)
José Cadalso





 La Estética del Neoclasicismo (cuarta parte)
Lic. Alicia Grela Vázquez




En el siglo XVIII las Artes Plásticas pasan por las mismas etapas que las del tiempo: la del Rococó (con Watteau, Boucher y Fragonard), la del Neoclásico propiamente dicho (con David e Ingres) y la Prerromántica (con Reynolds).


Los frescos del período Neoclásico son de composición simple, con pocas figuras, mostrando serenidad, en posturas similares a las estatuas de la Antigüedad grecorromana.


Winkelmann es el consejero de los artistas, a quienes agrupa en un círculo al que pertenecen el pintor bohemio Anton Raphael Mengs, el arqueólogo Gavin Hamilton y Benjamín West. Las características son la austeridad, la solemnidad y la fidelidad en la reproducción de los detalles arqueológicos.



          Johann Joachim Winckelmann - Angelika Kauffmann - 1764 -  Kunsthaus Zürich






Zeus y Ganimedes - Mengs



Andrómeda y Perseo - Mengs




La venganza de Bruto - Hamilton








Juno y Zeus- Hamilton





Psique y Eros - West

 
En Francia Jacques Louis David exalta el patriotismo augurando una temática romántica.




 El juramento de los Horacios - David

La composición neoclásica se preocupa por la lógica, el orden y la proporción. Las figuras son presentadas en forma austera, sobria y hasta estoicamente.




La coronación de Josefina y Napoleón - David


 En la última década del siglo los artistas pintan imitando las siluetas representadas en las cerámicas griegas. De ellos el más destacado es Flaxman, cuyos grabados para la Ilíada y la Odisea, con líneas simples y puras sustituyen la perspectiva tradicional.



 

                                      
   Nausica encuentra a Ulises - Flaxman



 

Electra - Flaxman



 Jean August Dominique Ingres, discípulo de David y continuador de Flaxman adapta la tradición clásica de ambos a su forma propia.



 Los embajadores de Agamenón - Ingres



El baño turco - Ingres


España destaca como pintores Neoclásicos a José de Madrazo, José Aparicio y Juan Antonio Ribera, todos ellos artistas "davidianos".


La muerte de Vitriato - Madrazo



Sócrates enseñando a un joven - Aparicio



Cincinato abandona el arado para dictar leyes en Roma - Ribera


Siendo el poder gubernamental muy fuerte, la libertad creativa se ve limitada y las Artes lo evidencian, especialmente la Pintura y la Literatura, tanto en Europa como en América.





 José Cadalso




Cartas marruecas (fragmento)



" He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Éstos no ven, digámoslo así, sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por dónde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde transiten y otros motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos nota. Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo, y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que me pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de esto no entiendo; y otras: de esto no quiero entender. Con estas proporciones hago ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la península. "


Al pintor que me ha de retratar

Discípulo de Apeles,
si tu pincel hermoso
empleas por capricho
en este feo rostro,
no me pongas ceñudo,
con iracundos ojos,
en la diestra el estoque
de Toledo famoso,
y en la siniestra el freno
de algún bélico monstruo,
ardiente como el rayo,
ligero como el soplo;
ni en el pecho la insignia
que en los siglos gloriosos
alentaba a los nuestros,
aterraba a los moros;
ni cubras este cuerpo
con militar adorno,
metal de nuestras Indias,
color azul y rojo;
ni tampoco me pongas,
con vanidad de docto,
entre libros y planos,
entre mapas y globos.


Reserva esta pintura
para los nobles locos
que honores solicitan
en los siglos remotos;
a mí, que sólo aspiro
a vivir con reposo
de nuestra frágil vida
estos instantes cortos,
la quietud de mi pecho
representa en mi rostro,
la alegría en la frente,
en mis labios el gozo.
Cíñeme la cabeza
con tomillo oloroso,
con amoroso mirto,
con pámpano beodo;
el cabello esparcido,
cubriéndome los hombros,
y descubierto al aire
el pecho bondadoso;
en esta diestra un vaso
muy grande, y lleno todo
de jerezano néctar
o de manchego mosto;
en la siniestra un tirso,
que es bacanal adorno,
y en postura de baile
el cuerpo chico y gordo;
o bien junto a mi Filis,
con semblante amoroso,
y en cadenas floridas
prisionero dichoso.

Retrátame, te pido,
de este sencillo modo,
y no de otra manera,
si tu pincel hermoso
empleas, por capricho,
en este feo rostro.




sábado, 27 de noviembre de 2010

El arte de la esquina

El arte de la esquina  

Boletín Mensual Nº 40 – Año 4  
Noviembre 2010  



La muerte de Marat - Jacques-Louis David





SUMARIO

La Estética del Neoclasicismo (tercera parte)
Leandro Fernández de Moratín
Giovanni Battista Pergolesi




La Estética del Neoclasicismo (tercera parte)
Lic. Alicia Grela Vázquez



El Rococó con sus formas recargadas hace que se busque posteriormente un estilo más sobrio en la construcción de edificios. Los principios arquitectónicos son ahora la claridad, el orden, y la disciplina.

Las excavaciones de Pompeya y Herculano traen consigo el vocabulario, los términos y conceptos de la Arquitectura clásica. Los especialistas se vuelcan a una forma forjada en modelos grecorromanos.

En Inglaterra Robert Adam introduce el estilo Neoclásico en las casas de campo que diseña. 


                                                                       Robert Adam




                                                                Casa Sion - Robert Adam




                                                         Osterley Park - Robert Adam



La Arquitectura británica de inspiración griega está representada por las obras de John Seoane y Robert Smirke. 



                                                        Banco de Inglaterra -  Seoane


                                                              Museo Británico - Smirke


John Nash sustituye el Neogriego  por el estilo "Regencia".



                                                           Regent Street - John Nash


Escocia da el mejor ejemplo del Neoclásico en la ciudad de Edimburgo.



Edimburgo, la Atenas del Norte



En Francia la primera fase del Neoclásico tiene como exponente a Claude Nicholas Ledoux. Pese a que representa la etapa inicial de este estilo, algunos proyectos suyos más tardíos (no ejecutados) muestran una ciudad ideal en la que las construcciones son reducidas a formas geométricas sin ornamentos.



Puerta de la ciudad de París - Ledoux


Las estructuras más sobrias preferidas por la República por su mayor claridad y orden son abandonadas al asumir Napoleón como emperador en 1804. Charles Percier y Pierre François Fontaine son sus arquitectos oficiales.


Arco de triunfo - Percier



 Campos Elíseos - Fontaine


Ellos trabajan para hacer de París una ciudad comparable a la Roma Imperial. Imponen el estilo Imperio, que en la Restauración es sucedido por el burgués, aún más desabrido y hasta insípido.

En los EE.UU. entre 1780 y 1820 se desarrolla el estilo Federal, como variante del Neoclásico, según las directivas Charles Bulfinch.



Massachusetts State House - Bulfinch


Por otra parte, Thomas Jefferson al estudiar la arquitectura romana aplicó esos conocimientos en los proyectos para la ciudad de Washington.



Ciudad de Washington - Jefferson



La Arquitectura estadounidense acaba de definirse con el estilo Neogriego que se agrega al anterior (Federal).
En España el Neoclásico se despliega en las creaciones de Ventura Rodríguez, Sabatini y Juan de Villanueva. 



Palacio de los duques de Liria - Ventura Rodríguez



La Puerta de Alcalá - Sabatini




 
Museo del Prado - Villanueva


En la América española el Neoclásico es dirigido académicamente, como lo muestran las edificaciones de norte a sur y de este a oeste. 


  Casa de la Moneda - Santiago de Chile



     Catedral de Buenos Aires - Argentina



Palacio de la minería - Méjico



Iglesia de San Francisco - Cali - Colombia



Los cánones clásicos grecorromanos se esparcen en forma latitudinal y longitudinal recreando las proporciones áureas.




Leandro Fernández de Moratín





ACTO I 
ESCENA PRIMERA DON DIEGO, SIMÓN
(Sale don Diego de su cuarto, Simón, que está sentado en una silla, se levanta) 
D. DIEGO ¿No han venido todavía?
SIMÓN No, señor.
D. DIEGO Despacio la han tomado por cierto.
SIMÓN Como su tía la quiere tanto, según parece, y no la ha visto desde que la llevaron a Guadalajara...
D. DIEGO Sí. Yo no digo que no la viese; pero con media hora de visita y cuatro lágrimas estaba concluido.
SIMÓN Ello también ha sido extraña determinación la de estarse usted dos días enteros sin salir de la posada. Cansa el leer, cansa el dormir... Y sobre todo, cansa la mugre del cuarto, las sillas desvencijadas, las estampas del hijo pródigo, el ruido de campanillas y cascabeles, y la conversación ronca de carromateros y patanes, que no permiten un instante de quietud.
D. DIEGO Ha sido conveniente el hacerlo así. Aquí me conocen todos, y no he querido que nadie me vea.
SIMÓN Yo no alcanzo la causa de tanto retiro. Pues ¿hay más en esto que haber acompañado usted a doña Irene hasta Guadalajara, para sacar del conventos a la niña y volvernos con ellas a Madrid?
D. DIEGO Sí, hombre; algo más hay de lo que has visto.
SIMÓN Adelante.
D. DIEGO Algo, algo... Ello tú al cabo lo has de saber, y no puede tardarse mucho... Mira, Simón, por Dios te encargo que no lo digas... Tú eres hombre de bien, y me has servido muchos años con fidelidad... Ya ves que hemos sacado a esa niña del convento y nos la llevamos a Madrid.
SIMÓN Sí, señor.
D. DIEGO Pues bien... Pero te vuelvo a encargar que a nadie lo descubras.
SIMÓN Bien está, señor. Jamás he gustado de chismes.
D. DIEGO Ya lo sé, por eso quiero fiarme de ti. Yo, la verdad, nunca había visto a tal doña Paquita; pero mediante la amistad con su madre, he tenido frecuentes noticias de ella; he leído muchas de las cartas que escribía; he visto algunas de su tía la monja, con quien ha vivido en Guadalajara; en suma, he tenido cuantos informes pudiera desear acerca de sus inclinaciones y su conducta. Ya he logrado verla; he procurado observarla en estos pocos días, y a decir verdad, cuantos elogios hicieron de ella me parecen escasos.
SIMÓN Sí, por cierto... Es muy linda y...
D. DIEGO Es muy linda, muy graciosa, muy humilde... Y sobre todo, ¡aquel candor, aquella inocencia! Vamos, es de lo que no se encuentra por ahí... Y talento... Sí señor, mucho talento... Conque, para acabar de informarte, lo que yo he pensado es...
SIMÓN No hay que decírmelo.
D. DIEGO ¿No? ¿Por qué?
SIMÓN Porque ya lo adivino. Y me parece excelente idea.
D. DIEGO ¿Qué dices?
SIMÓN Excelente.
D. DIEGO ¿Conque al instante has conocido?...
SIMÓN ¿Pues no es claro?... ¡Vaya!... Dígole a usted que me parece muy buena boda. Buena, buena.
D. DIEGO Sí, señor... Yo lo he mirado bien, y lo tengo por cosa muy acertada. Seguro que sí.
D. DIEGO Pero quiero absolutamente que no se sepa hasta que esté hecho.
SIMÓN Y en eso hace usted bien.
D. DIEGO Porque no todos ven las cosas de una manera, y no faltaría quien murmurase, y dijese que era una locura, y me...
SIMÓN ¿Locura? ¡Buena locura!... ¿Con una chica como ésa, eh?
D. DIEGO Pues ya ves tú. Ella es una pobre... Eso sí... Pero yo no he buscado dinero, que dineros tengo; he buscado modestia, recogimiento, virtud.
SIMÓN Eso es lo principal... Y, sobre todo, lo que usted tiene ¿para quién ha de ser?
D. DIEGO Dices bien... ¿Y sabes tú lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar, estar en todo?... Siempre lidiando con amas, que si una es mala, otra es peor, regalonas, entremetidas, habladoras, llenas de histérico, viejas, feas como demonios... No señor, vida nueva. Tendré quien me asista con amor y fidelidad, y viviremos como unos santos... Y deja que hablen y murmuren y...
SIMÓN Pero siendo a gusto de entrambos, ¿qué pueden decir?
D. DIEGO No, yo ya sé lo que dirán; pero... Dirán que la boda es desigual, que no hay proporción en la edad, que...
SIMÓN Vamos, que no me parece tan notable la diferencia. Siete u ocho años a lo más...
D. DIEGO ¡Qué, hombre! ¿Qué hablas de siete u ocho años? Si ella ha cumplido dieciséis años pocos meses ha.
SIMÓN Y bien, ¿qué?
D. DIEGO Y yo, aunque gracias a Dios esto y robusto y... Con todo eso, mis cincuenta y nueve años no hay quien me los quite.
SIMÓN Pero si yo no hablo de eso.
D. DIEGO Pues ¿de qué hablas?
SIMÓN Decía que... Vamos, o usted no acaba de explicarse, o yo lo entiendo al revés... En suma, esta Doña Paquita, ¿con quién se casa?
D. DIEGO ¿Ahora estamos ahí? Conmigo.
SIMÓN ¿Con usted?
D. DIEGO Conmigo.
SIMÓN ¡Medrados quedamos!
D. DIEGO ¿Qué dices?... Vamos, ¿qué?...
SIMÓN ¡Y pensaba yo haber adivinado!
D. DIEGO Pues ¿qué creías? ¿Para quién juzgaste que la destinaba yo?
SIMÓN Para D. Carlos, su sobrino de usted, mozo de talento, instruido, excelente soldado, amabilísimo por todas sus circunstancias... Para ese juzgué que se guardaba la tal niña.
D. DIEGO Pues no, señor.
SIMÓN Pues bien está.
D. DIEGO ¡Mire usted qué idea! ¡Con el otro la había de ir a casar!... No señor; que estudie sus matemáticas.
SIMÓN Ya las estudia; o, por mejor decir, ya las enseña.
D. DIEGO Que se haga hombre de valor y...
SIMÓN ¡Valor! ¿Todavía pide usted más valor a un oficial que en la última guerra, con muy pocos que se atrevieron a seguirle, tomó dos baterías, clavó los cañones, hizo algunos prisioneros, y volvió al campo lleno de heridas y cubierto de sangre?... Pues bien satisfecho quedó usted entonces del valor de su sobrino; y yo le vi a usted más de cuatro veces llorar de alegría cuando el rey le premió con el grado de teniente coronel y una cruz de Alcántara.
D. DIEGO Sí señor; todo es verdad; pero no viene a cuento. Yo soy el que me caso.
SIMÓN Si está usted bien seguro de que ella le quiere, si no le asusta la diferencia de la edad, si su elección es libre...
D. DIEGO Pues ¿no ha de serlo?... ¿Y qué sacarían con engañarme? Ya ves tú la religiosa de Guadalajara si es mujer de juicio; ésta de Alcalá, aunque no la conozco, sé que es una señora de excelentes prendas; mira tú si Doña Irene querrá el bien de su hija; pues todas ellas me han dado cuantas seguridades puedo apetecer... La criada, que la ha servido en Madrid y más de cuatro años en el convento, se hace lenguas de ella; y sobre todo me ha informado de que jamás observó en esta criatura la más remota inclinación a ninguno de los pocos hombres que ha podido ver en aquel encierro. Bordar, coser, leer libros devotos, oír misa y correr por la huerta detrás de las mariposas, y echar agua en los agujeros de las hormigas, éstas han sido su ocupación y sus diversiones... ¿Qué dices?
SIMÓN Yo nada, señor.
D. DIEGO Y no pienses tú que, a pesar de tantas seguridades, no aprovecho las ocasiones que se presentan para ir ganando su amistad y su confianza, y lograr que se explique conmigo en absoluta libertad... Bien que aún hay tiempo... Sólo que aquella Doña Irene siempre la interrumpe; todo se lo habla... Y es muy buena mujer, buena...
SIMÓN En fin, señor, yo desearé que salga como usted apetece.
D. DIEGO Sí; yo espero en Dios que no ha de salir mal. Aunque el novio no es muy de tu gusto... ¡Y qué fuera de tiempo me recomendabas al tal sobrinito! ¿Sabes tú lo enfadado que estoy con él?
SIMÓN Pues ¿qué ha hecho?
D. DIEGO Una de las suyas... Y hasta pocos días ha no lo he sabido. El año pasado, ya lo viste. estuvo dos meses en Madrid... Y me costó buen dinero la tal visita... En fin, es mi sobrino, bien dado está; pero voy al asunto. Llegó el caso de irse a Zaragoza su regimiento... Ya te acuerdas de que a muy pocos días de haber salido de Madrid recibí la noticia de su llegada.
SIMÓN Sí, señor.
D. DIEGO Y que siguió escribiéndome, aunque algo perezoso, siempre con la data de Zaragoza.
SIMÓN Así es la verdad.
D. DIEGO Pues el pícaro no estaba allí cuando me escribía las tales cartas.
SIMÓN ¿Qué dice usted?
D. DIEGO Sí señor. El día tres de julio salió de mi casa, y a fines de septiembre aún no había llegado a sus pabellones... ¿No te parece que para ir por la posta hizo muy buena diligencia?
SIMÓN Tal vez se pondría malo en el camino, y por no darle a usted pesadumbre...
D. DIEGO Nada de eso. Amores del señor oficial y devaneos que le traen loco... Por ahí en esas ciudades puede que... ¿Quién sabe? Si encuentra un par de ojos negros, ya es hombre perdido... ¡No permita Dios que me le engañe alguna bribona de estas que truecan el honor por el matrimonio!
SIMÓN ¡Oh!, no hay que temer... Y si tropieza con alguna fullera de amor, buenas cartas ha de tener para que le engañe.
D. DIEGO Me parece que están ahí... Sí. Busca al mayoral, y dile que venga, para quedar de acuerdo en la hora a que deberemos salir mañana.
SIMÓN Bien está.
D. DIEGO Ya te he dicho que no quiero que esto se trasluzca, ni... ¿Estamos?
SIMÓN No haya miedo que a nadie lo cuente. 
(Simón se va por la puerta del foro. Salen por la misma las tres mujeres con mantillas y basquiñas. Rita deja un pañuelo atado sobre la mesa, y recoge las mantillas y las dobla.)



Giovanni Battista Pergolesi


 Si la Arquitectura puede ser definida como música congelada, luego de tratar la primera, ha de considerarse la segunda en este período. Se suceden en ese tiempo tres estilos: el Barroco (remanente de la época anterior), el Clásico (o Neoclásico) y el Prerromántico.

Este siglo desarrolla nueva música instrumental y la Ópera. Aparecen nuevos instrumentos, como el piano forte, antecedente del piano actual. Las creaciones artísticas tienen en cuenta al gran público, no ya solamente a un gran señor.

Entre los grandes compositores se destaca Pergolesi. 




domingo, 24 de octubre de 2010

El arte de la esquina




Boletín Mensual Nº 39 – Año 4


Octubre 2010
  










SUMARIO

La Estética del Neoclasicismo (segunda parte)
Coleridge
Wordsworth
Scarlatti








La Estética del Neoclasicismo (segunda parte)


Lic Alicia Grela Vázquez


Al finalizar el siglo XVIII se produce un cambio de mentalidad asociado con un proceso sociocultural sustentado en lo económico. La Revolución Industrial pone en primer plano al carbón como fuente de energía para las nuevas maquinarias. Este combustible fósil es un recurso natural no renovable,que dura lo suficiente para reposicionar a Inglaterra como potencia mundial.




La Revolución Industrial incluye el trabajo infantil











El Iluminismo, al apoyarse en la razóm y dominar el pensamiento de su momento, hace de esta época el Siglo de las Luces. Por su sustento racionalista creyó en la capacidad de la mente humana para resolver no sólo los problemas filosóficos y científicos, sino también los políticos, sociales y económicos.



 


Lo que comenzó como un allanamiento de los poderes, privilegios y una quita de las más ofensivas diferencias sociales y económicas, en nombre de la "igualdad", que consagra la República, culmina en el despotismo ilustrado, bajo el lema: "Todo por el pueblo, pero sin el pueblo".

 

Catalina la grande,Federico II y José II


La burguesía liberal se opone al gobierno por derecho divino, vigente hasta entonces. En España, con Carlos III de Borbón decae el poder de la Inquisición y la Iglesia Católica.




Escudo de armas de Carlos III

 
En América nuevos Virreynatos son creados por razones geopolíticas (principalmente el avance anglofrancés), al tiempo que los jesuitas son retirados de las misiones.




Ruinas de las misiones jesuíticas


Las Artes prosperan. En el ámbito literario el Mecenas es sustituido por el editor. El autor es reconocido socialmente.
Crece el gusto pòr la lectura  y mayor cantidad de personas accede a libros y periódicos, mientras se multiplica el número de teatros públicos.

El proceso que culmina con la consagración del Neoclasicismo se inicia  en 1738 con la excavación de Herculano y continúa diez años más tarde con la recuperación de la ruinas de Pompeya y la de los restos materiales de la cultura grecorromana.



Ruinas de Herculano



Ruinas de Pompeya


Esto no sólo implica atesorar obras de Arte de la Antigüedad, sino hacerse de los principios con los que fueron elaborqadas. Es por eso que casi dos décadas después Winkelmann invita a los artistas a estudiar e imitar sus formas ideales.






La Artes todas responden a los cánones de la Estética aristotélica: la racionalidad, la proporción y la unidad (de tema, tiempo y espacio).


El Neoclasicismo pretende sustituir la sensualidad superficial de su precedente: el Rococó, por un estilo austero y sobrio (a veces solemne) fundado en la lógica, la proporción y la razón,


Con el establecimiento de gobiernos republicanos en los EE.UU. y Francia el Neoclasicismo se oficializa.


La América hispana y la portuguesa reciben tardíamente el estilo, pues en ambas el Barroco se demora.


 La segunda parte del siglo XVIII realciona los hechos del pasado clásico con los de su propio tiempo. No busca lo sobrenatural, sino lo humano. La belleza (como ejemplo de lo perecedero) se afirma como inmortal. Cronos (Saturno) devora a sus hijos. Lo que nace del tiempo, él lo destruye. Pero Zeus (Júpiter) se le impone.




Cronos - Goya





Zeus







Samuel Coleridge


Este poeta inglés representa en el Neoclásico la avanzada al prerromanticismo. Amigo de Wordsworth le sirvió de guía en la vida y las letras.






 
La Balada del viejo marinero




[...] El timonel tenía agarrada la rueda


y el barco se movía, se movía


sin que una sola brisa lo moviera.


Cada marino en su puesto intentaba


tensar los cabos, y no tenía fuerzas:


¡éramos una tripulación difunta, cadavérica!


[...]


Más fuerte y más terrible


seguía retumbando bajo el agua:


alcanzó la nave, dividió la bahía


y, como plomo, la nave desapareció bajo sus aguas

[...]


Aturdido por el ruido aterrador


que cielo y mar estremecía,


mi cuerpo quedó a flote


como quien lleva ahogado siete días


[...] esta alma mía


en medio del mar se sintió muy sola:


tan sola que ni el mismo Dios parecía


estar entre las olas.



William Wordsworth
 
We are seven
 











--- A simple child,



That lightly draws its breath,


And feels its life in every limb,


What should it know of death ?


 
I met a little cottage girl:



She was eight years old, she said;


Her hair was thick with many a curl


That clustered round her head.


 
 
She had a rustic, woodland air,



And she was wildly clad:


Her eyes were fair, and very fair,


---Her beauty made me glad.


 
 
" Sisters and brothers, little maid,



How many may you be ? "


" How many ? Seven in all, " she said,


And wondering looked at me.


 
 
" And who are they ? I pray you, tell. "



She answered, " Seven are we:


And two of us at Conway dwell,


And two are gone to sea.


 
 
" Two of us in the churchyard lie,



My sister and my brother;


And, in the churchyard cottage, I


Dwell near them with my mother. "


 
 
" You say that two at Conway dwell,



And two are gone to sea,


Yet ye are seven ! --- I pray you tell,


Sweet maid, how this may be. "






Then did the little maid reply,



" Seven boys and girls are we;


Two of us in the churchyard lie,


Beneath the churchyard tree. "






" You run about, my little maid,



Your limbs they are alive;


If two are in the churchyard laid,


Then ye are only five. "


 
" Their graves are green, they may be seen, "



The little maid replied,


" Twelve steps or more from my mother's door,


And they are side by side.


 
" My stockings there I often knit,



My kerchief there I hem;


And there upon the ground I sit,


And sing a song to them.


 
"And often after sunset, sir,



When it is light and fair,


I take my little porringer,


And eat my supper there.


 


" The first that died was sister Jane:


In bed she moaning lay,


Till God released her of her pain;


And then she went away.






" So, in the churchyard she was laid;


And, when the grass was dry,


Together round her grave we played,


My brother John and I.






" And when the ground was white with snow,


And I could run and slide,


My brother John was forced to go,


And he lies by her side. "






" How many are you, then," said I,


" If they two are in heaven ? "


Quick was the little maid's reply,


" O master ! we are seven. "






" But they are dead; those two are dead !


Their spirits are in heaven ! "


'T was throwing words away: for still


The little maid would have her will,


And said, " Nay, we are seven ! "


 
Giuseppe Domenico Scarlatti

En Música el Barroco coexiste con el Neoclásico y el Prerromántico. Uno de sus exponentes más destacados es Giuseppe Domenico Scarlatti, nacido en Nápoles el 26 de octubre de 1685  y fallecido en  Madrid el  23 de julio de 1757. Este compositor  barroco afincado en España, compuso casi todas sus sonatas para clavicémbalo, por las que es universalmente reconocido.