viernes, 1 de julio de 2016

El arte de la esquina
Boletín Nº 108 Año IX
julio 2016
Clovis dormido - Paul Gauguin



SUMARIO

Apuntes para una Estética de fines del siglo XIX
En el campo: las estrellas
Homenaje a Cervantes 



Apuntes para una Estética de fines del siglo XIX

Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


Los pintores impresionistas retomaron el proyecto de artistas experimentalistas anteriores a Jan van Eyck y como aquellos buscaron crear la ilusión de transformar las dos dimensiones de un cuadro, en tres.

Retrato de hombre con turbante rojo (Posible autoretrato) - Jan van Eyck


El propósito pareció totalmente logrado con ellos. Sin embargo, distintos grupos fueron todavía más allá. En París, a fines del siglo XIX Georges Seurat producía obras más vinculadas aún con el impresionismo.



Seurat

Las más reconocidas de sus obras son:
Un baño en Asnieres
Un domingo de verano en la Grande Jatte
Las modelos


Vaso de flores - Seurat



Es por eso que se le consideró neo impresionista. El lideró el movimiento puntillista, que daba pequeñas pinceladas de colores complementarios, sobre la tela. Su trabajo fue continuado por Paul Signac.


Paul Signac














                                  Carnaval en Niza - Signac


Simultáneamente y en el mismo lugar, algunos artistas continuaron con la experimentación, otros siguieron los rumbos trazados por sus distinguidos antecesores. Pero, a diferencia de sus anteriores correlatos y referentes artísticos, trabajaron en forma aislada para abrirse camino en el mundo del arte. El crítico Roger Fry los denominó “pos impresionistas”.



Autorretrato - Roger Fry 



Vanessa - Roger Fry


En este término reunió a individualidades tales como Paul Cézanne, Paul Gauguin, Vincent van Gogh y Henri de Toulouse-Lautrec. Ellos, pese a su diversidad, tenían en común la reacción contra el deseo de reflejar la naturaleza con objetividad. E incluso más, presentaron una visión subjetiva del mundo y en sus trabajos se liberaron de las formalidades y usaron el color más expresivamente.



En el campo: las estrellas
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


La magnífica Vía Láctea muestra a los peregrinos y viandantes el Camino a Santiago bajo un campo de estrellas. Nuestro pueblo gallego, por ser de labriegos y pescadores, tuvo sus actividades productivas regidas por los astros. Quizás por esa razón se nos hizo necesario conocerlos.

Vía Láctea en Compostela

Por otra parte, teniendo Galicia uno de los puntos privilegiados para la observación del cielo nocturno, no es extraño que hayamos querido saber algo de esas intrigantes antorchas lejanas.

El avistaje de estas luminosas aves celestiales requirió tiempo e imaginación. La fantasía fue uno de los modos de aproximación. Ella ha ido ordenando el macrocosmos, para hacérnoslo más bello, regular, previsible y fiable.

Así esa inmensidad imponente y desmesurada se nos transformó en manta con qué cubrirnos de la intemperie. De esta manera transmitimos a los niños confianza en el celeste abrigo, que dio cobijo y seguridad a quienes lo buscasen en lo alto.

Los mayores por generaciones brindamos a los más pequeños las versiones populares (inciertas a caso) que hemos construido por siglos en colaboración con otras gentes trabajadoras y creativas.

Podrán servirse de ellas las crianzas por lo menos hasta que la curiosidad creciente les lleve a consultar con expertos astrónomos, que den respuestas más acabadas y precisas, propias de la exactitud característica del progreso alcanzado por la ciencia actual.

No bastó a nuestros antepasados identificar singularidades y darles un nombre. Ellos las configuraron y elaboraron historias de vida con elementos que extrajeron de su realidad cotidiana.

Los navegantes por muchos años dependieron de la Estrella Polar (Polaris) para moverse sobre las aguas de los mares. Al surcar el Cantábrico y el Atlántico han confiado en ella para llegar a salvo a buen puerto. Y las canciones tradicionales nos lo recuerdan:

    “Por la Estrellita del Norte
     Se guían los marineros.
     Yo me guío por tus ojos
     Que parecen dos Luceros.”

Estos versos populares nos remiten, por un lado a la Osa Menor o el Carro Pequeño, ya que la Estrellita del Norte es la Estrella Polar (o Polaris), la principal y más brillante de la constelación. Ella, siendo unas ocho veces mayor que nuestro sol, con su luz amarilla ha sido el instrumento de navegación que de épocas remotas orientó a intrépidos navegantes.




Pero esa misma copla también señala al Lucero, a ese cuerpo celeste que no titila, pues no tiene luz propia, y que en la región se llama con muy bonitos y variados nombres: Estrella de la Mañana, Lucerito Alba, Estrelliña Lumieira, Panadeira, Claridad…Todos esos términos designan al único planeta (fuera de la Tierra) con nombre femenino: Venus, que refleja las ondas luminosas provenientes de otros astros, como lo hace también su eterno amante: el rojo Marte, sin centellear.


Venus



Marte


En el cerúleo espacio se mueve el Gran Carro: la Osa Mayor que probablemente sea el más conocido de los grupos estelares, pues se lo ve fácilmente a simple vista.

Existe además un pequeño agrupamiento designado como Las Pléyades. Las mejor percibidas son siete, como las hijas del Titán Atlas. De ellas toman el nombre. La mirada desde nuestro paisaje rural hace de la imagen de las  hermosas ninfas, el esquema de una gallina que se muestra incubando huevos o cuidando de sus pollitos.  De un ancestral y oscuro modo se nos recuerda que en alguna mítica vez fueron Palomas.


Las Pléyades


Algunos paisanos creen que al reflejarse en la tierra, en torno a los castros, anuncian la presencia de los grandes tesoros que allí dejaron ocultos en el siglo XV los moros, cuando la conversión al cristianismo no era para ellos una opción aceptable y fueron obligados por Castilla a marcharse de España, unificada bajo su católico mando.

Orión


En el cielo como en la tierra, las Siete Atlántidas siguen siendo perseguidas incesantemente por Éste lleva una correa que le ciñe el vientre y le aprieta la barriga. Es el Cinturón de Orión. Allí hay tres estrellas alineadas. Son Las Tres Marías que, por hacerse visibles en el horizonte del este en Navidad y hasta la Epifanía, son señaladas como Los Reyes Magos.  A ese conjunto estelar se le denomina también El Arado.

Finalmente, la Luna es protagonista indiscutida de las actividades extractivas campesinas y marinas. El ciclo vital de siembras y cosechas, el de la reproducción de los animales y el ritmo de las mareas están regidos por ella. Es nuestro único satélite natural y nos acompaña en nuestro traslado igualando nuestra velocidad.

Luna


Pero pese a ser el más cercano de los cuerpos celestes, de ella sólo vemos siempre una misma cara. Deja para el misterio y las proyecciones su otra mitad. Es invocada en muchas de las estrofas que aún cantamos:

“Aluméame luniña.
 Aluméame luá.
 Aluméame luniña.
 Que me quero ir deitar”.


Traducción:

  “Alúmbrame lunita.
   Alúmbrame luna.
   Alúmbrame lunita.
   Que me quiero ir a acostar”.


Sol

Claro que, al levantarnos (de día), sobre el horizonte señorea el Sol, considerado como el Astro Rey, la principal causa determinante en la Naturaleza.



Homenaje a Cervantes 
Texto: Prof. Graciela Sovrán Haro
Imagen: Prof. Elsa Sposaro

Capítulo XLVII:
“Donde se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno”



Zarandajas comerás
Para tener vida sana;
De la huerta y de los campos,
Acelgas y verdolagas.

Cocinas olla podrida
Con gran variedad de carnes,
Ajo, garbanzo, cebolla,
Buen carnero y vaca gorda.

Doctor: -Comerás los cañutillos,
Lujo de suplicaciones
Con tajadas de membrillo
Y tendrás satisfacciones.

-No comerás las perdices
Ni los conejos guisados.
Tu médico es quien elige
Alimentos indicados.





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