Boletín Nº 108 Año IX
julio 2016
Clovis dormido - Paul Gauguin
SUMARIO
Apuntes para una Estética de fines del siglo XIX
En el campo: las estrellas
Homenaje a Cervantes
Apuntes para una Estética de fines del siglo XIX
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Los pintores
impresionistas retomaron el proyecto de artistas
experimentalistas anteriores a Jan
van Eyck y como aquellos buscaron crear la ilusión de transformar las dos
dimensiones de un cuadro, en tres.
Retrato de hombre con turbante rojo (Posible autoretrato) - Jan van Eyck
El propósito pareció
totalmente logrado con ellos. Sin embargo, distintos grupos fueron todavía más
allá. En París, a fines del siglo XIX Georges
Seurat producía obras más vinculadas aún con el impresionismo.
Seurat
Las más reconocidas de sus obras son:
Un baño en Asnieres
Un domingo de verano en la Grande
Jatte
Las modelos
Vaso de flores - Seurat
Es por eso que se le
consideró neo impresionista. El
lideró el movimiento puntillista, que daba pequeñas pinceladas de colores
complementarios, sobre la tela. Su trabajo fue continuado por Paul Signac.
Paul Signac
Carnaval en Niza - Signac
Simultáneamente y en
el mismo lugar, algunos artistas continuaron con la experimentación, otros
siguieron los rumbos trazados por sus distinguidos antecesores. Pero, a
diferencia de sus anteriores correlatos y referentes artísticos, trabajaron en
forma aislada para abrirse camino en el mundo del arte. El crítico Roger Fry los denominó “pos
impresionistas”.
Autorretrato - Roger Fry
Vanessa - Roger Fry
En este término reunió
a individualidades tales como Paul Cézanne, Paul Gauguin, Vincent van Gogh y
Henri de Toulouse-Lautrec. Ellos, pese a su diversidad, tenían en común la
reacción contra el deseo de reflejar la naturaleza con objetividad. E incluso
más, presentaron una visión subjetiva del mundo y en sus trabajos se liberaron
de las formalidades y usaron el color más expresivamente.
En el campo: las estrellas
Texto: Lic. Alicia Grela VázquezImagen: Prof. Elsa Sposaro
La magnífica Vía
Láctea muestra a los peregrinos y viandantes el Camino a Santiago bajo un
campo de estrellas. Nuestro pueblo gallego, por ser de labriegos y
pescadores, tuvo sus actividades productivas regidas por los astros. Quizás por
esa razón se nos hizo necesario conocerlos.
Vía Láctea en Compostela
Por otra parte, teniendo Galicia uno de los puntos
privilegiados para la observación del cielo nocturno, no es extraño que hayamos
querido saber algo de esas intrigantes antorchas lejanas.
El avistaje de estas luminosas aves celestiales requirió
tiempo e imaginación. La fantasía fue uno de los modos de aproximación. Ella ha
ido ordenando el macrocosmos, para hacérnoslo más bello, regular, previsible y
fiable.
Así esa inmensidad imponente y desmesurada se nos
transformó en manta con qué cubrirnos de la intemperie. De esta manera
transmitimos a los niños confianza en el celeste abrigo, que dio cobijo y
seguridad a quienes lo buscasen en lo alto.
Los mayores por generaciones brindamos a los más pequeños
las versiones populares (inciertas a caso) que hemos construido por siglos en
colaboración con otras gentes trabajadoras y creativas.
Podrán servirse de ellas las crianzas por lo menos hasta
que la curiosidad creciente les lleve a consultar con expertos astrónomos, que
den respuestas más acabadas y precisas, propias de la exactitud característica
del progreso alcanzado por la ciencia actual.
No bastó a nuestros antepasados identificar
singularidades y darles un nombre. Ellos las configuraron y elaboraron historias
de vida con elementos que extrajeron de su realidad cotidiana.
Los navegantes por muchos años dependieron de la Estrella Polar (Polaris) para moverse
sobre las aguas de los mares. Al surcar el Cantábrico y el Atlántico han
confiado en ella para llegar a salvo a buen puerto. Y las canciones
tradicionales nos lo recuerdan:
“Por la Estrellita del Norte
Se guían los marineros.
Yo me guío por tus ojos
Que parecen dos Luceros.”
Estos versos populares nos remiten, por un lado a la Osa Menor o el Carro Pequeño, ya
que la Estrellita del Norte es la Estrella Polar (o Polaris), la principal y
más brillante de la constelación. Ella, siendo unas ocho veces mayor que
nuestro sol, con su luz amarilla ha sido el instrumento de navegación que de
épocas remotas orientó a intrépidos navegantes.
Pero esa misma copla también señala al Lucero, a ese cuerpo celeste que no
titila, pues no tiene luz propia, y que en la región se llama con muy bonitos y
variados nombres: Estrella de la Mañana, Lucerito Alba, Estrelliña Lumieira,
Panadeira, Claridad…Todos esos términos designan al único planeta (fuera de la
Tierra) con nombre femenino: Venus, que
refleja las ondas luminosas provenientes de otros astros, como lo hace también
su eterno amante: el rojo Marte, sin
centellear.
Venus
Marte
En el cerúleo espacio se mueve el Gran Carro: la Osa Mayor que probablemente sea el más conocido
de los grupos estelares, pues se lo ve fácilmente a simple vista.
Existe además un pequeño agrupamiento designado como Las Pléyades. Las mejor percibidas son
siete, como las hijas del Titán Atlas. De ellas toman el nombre. La mirada
desde nuestro paisaje rural hace de la imagen de las hermosas ninfas, el esquema de una gallina
que se muestra incubando huevos o cuidando de sus pollitos. De un ancestral y oscuro modo se nos recuerda que en alguna mítica vez fueron Palomas.
Las Pléyades
Algunos paisanos creen que al reflejarse en la tierra, en
torno a los castros, anuncian la presencia de los grandes tesoros que allí
dejaron ocultos en el siglo XV los moros, cuando la conversión al cristianismo
no era para ellos una opción aceptable y fueron obligados por Castilla a
marcharse de España, unificada bajo su católico mando.
Orión
En el cielo como en la tierra, las Siete Atlántidas
siguen siendo perseguidas incesantemente por Éste lleva una correa que le ciñe el vientre y le aprieta la
barriga. Es el Cinturón de Orión. Allí
hay tres estrellas alineadas. Son Las
Tres Marías que, por hacerse visibles en el horizonte del este en Navidad y
hasta la Epifanía, son señaladas como Los
Reyes Magos. A ese conjunto estelar
se le denomina también El Arado.
Finalmente, la Luna
es protagonista indiscutida de las actividades extractivas campesinas y
marinas. El ciclo vital de siembras y cosechas, el de la reproducción de los
animales y el ritmo de las mareas están regidos por ella. Es nuestro único
satélite natural y nos acompaña en nuestro traslado igualando nuestra
velocidad.
Luna
Pero pese a ser el más cercano de los cuerpos celestes,
de ella sólo vemos siempre una misma cara. Deja para el misterio y las proyecciones
su otra mitad. Es invocada en muchas de las estrofas que aún cantamos:
“Aluméame
luniña.
Aluméame luá.
Aluméame luniña.
Que me quero ir deitar”.
Traducción:
“Alúmbrame
lunita.
Alúmbrame luna.
Alúmbrame lunita.
Que me quiero ir a acostar”.
Sol
Claro que, al levantarnos (de día), sobre el horizonte
señorea el Sol, considerado como el
Astro Rey, la principal causa determinante en la Naturaleza.
Homenaje a Cervantes
Texto: Prof. Graciela Sovrán Haro
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Capítulo
XLVII:
“Donde
se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno”
Zarandajas
comerás
Para
tener vida sana;
De la
huerta y de los campos,
Acelgas
y verdolagas.
Cocinas
olla podrida
Con
gran variedad de carnes,
Ajo, garbanzo,
cebolla,
Buen
carnero y vaca gorda.
Doctor:
-Comerás los cañutillos,
Lujo de
suplicaciones
Con
tajadas de membrillo
Y
tendrás satisfacciones.
-No
comerás las perdices
Ni los
conejos guisados.
Tu
médico es quien elige
Alimentos
indicados.
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