Boletín Mensual Nº 94
Diana cazadora en bronce - Pierre Le Faguays
SUMARIO
Apuntes para una Estética del Simbolismo ( Tercera parte)
Las letras gallegas: Xosé Filgueira Valverde
Seres míticos
Diana salvadora
Apuntes para una Estética del Simbolismo (Tercera parte)
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
El movimiento Simbolista, comienza en Francia en la década de los años
ochenta del siglo XIX, y se desarrolla en forma paralela al Pos
Impresionismo. Se manifiesta muy especialmente
en las Artes Plásticas. Y, así como en la Literatura, también rechaza las convenciones estéticas del Romanticismo y
el Realismo. Al observar la incapacidad del sistema para resolver los problemas
políticos y sociales procura hallar nuevos valores con sustento espiritual.
La creación artística ya no debe supeditarse a la cruda
realidad cotidiana, que sólo muestra la degradación, la corrupción, la
enfermedad y los padecimientos varios que el hacinamiento urbano, el éxodo
rural y la explotación capitalista provocan.
Se advierte la decepción ante el cientificismo, el
positivismo y las promesas incumplidas de progreso, que no produjeron la
satisfacción ni una mejoría en la calidad de vida en la población.
Desde la Filosofía Schopenhauer retoma preceptos
platónicos, según los cuales el mundo visible es tan sólo una mera apariencia,
que se torna importante cuando se toma conciencia de que a través de lo
sensible se expresa una verdad eterna e inmutable.
Schopenhauer
Este célebre autor,
con su bien ganada fama de misógino, acepta (aunque con reservas) la teoría
kantiana según la cual los fenómenos existen sólo en la medida en que la mente
los percibe como representaciones.
Kant
La voluntad es
la naturaleza innata que cada ser experimenta y adopta en el tiempo y el
espacio. Ella es la realidad última. De allí surge la tragedia de la vida
humana, pues nos impone metas sucesivas (insatisfactorias) y así nos lleva al
dolor, en un ciclo sin fin de nacimiento, muerte y renacimiento.
La única actitud
superadora que cabe es la renuncia en que la razón, tomando el mando,
consiga que la voluntad deje de esforzarse. Estos conceptos de raigambre
budista le hacen ganar las calificaciones de ateo y pesimista que, más que
descriptivas de su pensamiento, son derogatorias.
Los artistas
simbolistas buscan mostrar el sentido íntimo que subyace en la obra de arte:
los símbolos, las alegorías. Suponen que las producciones humanas están
cifradas y que, por lo tanto, es necesario descifrarlas. Para esto se requiere
conocer el código.
Los signos tienen conexiones con la realidad más
trascendente. La abstracción simbólica no sufre el empobrecimiento obligado por
el reduccionismo, ya que está protegido por la ambigüedad, la equivocidad y la
polisemia. El artista recurre a ellos para acceder a otros ámbitos, por medio
de la meditación, la reflexión, la intuición y la contemplación.
El poeta Jean Moréas, en 1885 en su “Manifiesto
Simbolista” usó por vez primera el término que acabaría por designar a
escritores y pintores que consideraran
que la obra de arte era equivalente a la emoción que una experiencia
provoca.
Los creadores, al expresar una realidad intangible e
imponderable suelen recurrir a lo misterioso, oculto y oscuro: la
espiritualidad. Para lograr la comunicación, su instrumento es el símbolo.
La obra de Sigmund Freud sobre la Interpretación de los Sueños
y el contenido irracional del Aparato psíquico aportó elementos para la
introspección y la búsqueda interior. La fantasía fluirá acompañada por una
ubérrima ornamentación.
Las formas están condicionadas por los ideales, superando
la mera apariencia. Lo onírico se consagra desde lo subjetivo como altamente
decorativa, con el uso de colores fuertes que enfatizan lo sobrenatural.
Estos artistas se oponen al enfoque analítico
característico del Impresionismo. Y es por eso que se alejan de aquella
tendencia. Prefieren definir su movimiento
como sintetista o simbolista.
Paul Gauguin organiza la primera muestra simbolista (o
sintetista) con motivo de la Feria Mundial de París de 1889-1890. Algunos
artistas, continuadores de los preceptos de esta corriente, se auto designan
como nabíes (profetas). Pero los representantes más característicos son
Moreau, Puvis de Chavannes y Redón.
Cinco pintores
Las letras gallegas: Xosé Filgueira Valverde
En el año 2015 Xosé Filgueira Valverde fue elegido por la Real Academia como exponente de las Letras Gallegas.
Escritores gallegos
SEIS CANCIONES DEL MAR IN MODO ANTICO
1
Porque non seca a morte a fonte das cantigas
eu vos chamo, segreles, que veñades cantar
onde os verdes loureiros gardan vellas ermidas,
cabo das sabias ondas sulcadas do luar,
das insuas da ribeira nun antigo lugar,
¡San Cremenço do mar!
Porque non tolla o frío o albre dos cantares
eu vos digo, rapazas, que vaiades bailar
onde os gayos loureiros quecen fríos fogares,
cabo das tolas ondas, cando o sol vai raiar,
das insuas da ribeira no máis ledo lugar,
¡San Cremenço do mar!
Seres míticos
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
En el marco que ofrece el Diseño Curricular, en la Cátedra de “Fundamentos
de la Educación” se ha propuesto a los alumnos (de primer año del Profesorado
de Artes Visuales con orientación en Cerámica, en la Escuela” Rogelio Yrurtia”
de Mar del Plata, Argentina) una actividad de interpretación de textos.
La bibliografía utilizada fue el “Manual de zoología fantástica”, la “Breve
Antología de cuentos fantásticos” y “El libro de los seres imaginarios” de
Jorge Luis Borges.
El principal objetivo fue transferir al ámbito de la lecto-escritura
las competencias plásticas. Facilitar la conversión del Homo videns en Homo
sapiens sapiens e integrar a los cursantes en la cultura del libro ha sido el
complementario.
Es necesario rescatar las competencias lingüísticas. Éste, que es un
auténtico desafío en la enseñanza en general, se hace especialmente importante
en la Artística y Superior. Ya que aquí no basta investigar. Se requiere
asombrar y recuperar la alegría y el placer en el trabajo.
El propósito secundario es que, a través de los escritos propuestos, se
plasme una producción artística que los símbolos polisémicos posibilitan. La
Semiótica artística implica connotaciones explícitas unas y crípticas otras.
Las interpretaciones divergentes de lo que el uso común privilegia como
paradigma de decodificación, son enriquecedoras.
En la base de todo esto está la consideración de que la Mitología (anónima
y de autor) hace pensar en una realidad alternativa, con otras posibilidades
que aquellas que el sentido común y lo cotidiano ofrecen.
La práctica docente no se limita a tomar contacto con los tecnicismos para
inducir a su decodificación. Se tenderá a alcanzar la transcodificación. La
experiencia áulica hoy permite la actuación individual, personal de cada uno,
como así también el trabajo colaborativo en pos de una producción colectiva. La
tarea en equipo muestra lo mucho que se consigue con la participación
igualitaria.
Las imágenes siguientes exhiben los logros individuales, aunque no
aislados, como así también los grupales, todo ello en pro del
resultado conjunto.
Ave Fénix - Melisa N. Portillo
Minotauro - María Florencia Raynal
A Bao a Qu - Lucía Herrán
El animal soñado por Kafka - Florencia Ruarte
Fauno - Florencia Méndez
Gnomo - Pamela Lambrecht
El pájaro que causa la lluvia - Magalí Arosa
Animales de los espejos - Pilar Almirón
La sirena - Victoria Serrano
Dos seres metafísicos - Isaías Sauce
Sirena - Verónica Chávez
Pegaso - Sonia Valeria Fernández
Diana Salvadora
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Diana cazadora - Gaston
Casimir Saint-Pierre
Entre las cualidades
más distintivas de la gran cazadora, hija de Leto, está su juventud. Mientras
miríadas de deidades griegas exhiben la hermosura de la edad adulta, ella
conmueve con su aspecto de adolescente perpetua, que le hizo merecer el título
de la más bella (calisto) y justificar, no sólo su temperamento, sino también
su apasionado arrebato. A este exclusivo
y pequeño grupo pertenecen sus hermanos Hebe y Apolo, aunque quizás habría que
agregar a Eros (Cupido).
Hebe, diosa de juventud - Antonio Canova
Su mellizo tenía un
símbolo: la lira. En ella, siempre acompañada por jóvenes ninfas cantantes y
bailarinas, ese instrumento musical se imponía. Este icono, característico
también de Orfeo, se sumó a sus otras imágenes distintivas: las armas (el arco,
las flechas de plata y oro, las lanzas, las redes y su carro dorado) y los
animales (los perros de caza y los ciervos).
Apolo
Todos estos elementos
unidos a la fuerza de su temple le sirvieron cuando acudió al rescate de
quienes necesitaban de su asistencia. Estos hechos dieron lugar a muchos
episodios emocionantes.
Acciones del tipo de
las mencionadas han sido narradas y las circunstancias en que acontecieron,
descriptas por los poetas que la literatura consagró y por los rapsodas
anónimos, y repetidas con muchísimas modificaciones por la tradición popular.
Así se recuerda que Artemisa salvó a Atalanta, impidiendo que muriese de frío,
al ser ésta abandonada por su padre.
Atalanta - Estatua de mármol en el Louvre
Otro ejemplo sería
aquel en que Zeus, en una nueva de sus malas andanzas, persiguió a Táigete (una
de las Pléyades) con la intención de violarla. Ella, aterrorizada, invocó en su
oración pidiendo auxilio, a Diana, quien para eludir lo que se presentaba ya
como inevitable, la transformó en cierva.
Táigete con sus hermanas Las Pléyades
Pese a la trasmutación, el dios supremo de los Olímpicos, la halló, aunque inconsciente, lo cual aprovechó para satisfacer su deseo y ultrajarla. A este infortunado suceso debe su origen Lacedemón, mítico fundador de Esparta.
Lacedemón
También intervino para
salvar a Yaco, hijo de Aura, nacido tras la violación de Dionisio. Algunas
historias cuentan que el fatídico hecho fue provocado por la propia diosa,
quien sintiéndose ofendida por una afrenta, habría enviado al desenfrenado
(Baco) para castigar su impiedad.
Dios Baco
Como quiera que esto
haya sido, la infortunada víctima enloqueció y en ese estado cometió horribles
crímenes, siendo el peor de todos, el haber devorado a uno de sus hijos,
siguiendo el titánico modelo impuesto por Cronos, el Saturno de los romanos.
Pero la divina cazadora salvó al otro del mismo trágico destino que terminó con
la vida de su hermano.
Finalmente, Agamemnón
afrentó doblemente a la diosa. En primer lugar, alardeó de ser mejor cazador
que ella. Y, aunque esto solo ya hubiese bastado, empeoró su situación al matar
a un ciervo sagrado. Se conoce sobradamente el desatino del rey de Tebas (y de
reyes) aún en el empleo de estrategias para alcanzar el triunfo.
Agamemnón
Cuando en la Guerra de
Troya, al frente de los ejércitos griegos, sus acciones comprometieron su
éxito, no dudó en ofrecer a su propia hija, Ifigenia, para ganarse la simpatía
y benevolencia divinas. Tales eran sus prioridades y jerarquías.
Equivocadamente creyó apaciguar así el ánimo de Artemisa, herida en sus
sentimientos por el jactancioso comportamiento del monarca.
Sacrificio de Ifigenia
Puesta ya la niña como
víctima propiciatoria en el altar de sacrificios, Artemisa la sustituyó por una
corzuela. La llevó consigo y luego la hizo su sacerdotisa, convirtiéndola en
una compañera inmortal. Con esto la diosa salvífica dio un premio eterno e
inagotable a la inocencia de la pequeña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario