El arte de la esquina
Boletín Mensual N° 90-Año VIII
Enero de 2015
Enero de 2015
SUMARIO
Apuntes para una Estética del Impresionismo (parte XV)
Artemisa cazadora
Apuntes para una Estética del Impresionismo (parte XV)
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Es necesario
aprender a escuchar. En coincidencia con María del Carmen Aguilar, quien lo
sostiene en “La Música en la Educación Musical”, afirmo lo mismo. Reconocer
cuándo termina algo (determinar segmentos que se puedan representar
gráficamente como unidades de sentido) y advertir qué es, permite asociar
nombres (estrofa, estribillo, etc.) a esas entidades.
Se hace
imprescindible discernir por qué etapa va la música (sensación de introducción,
de algo nuevo, de elaboración de lo ya escuchado, de transición, de que está
por concluir). Es siguiendo a esta autora que se presenta el trabajo siguiente,
a modo de ejemplo.
En el marco que ofrece el actual Diseño Curricular, en la Cátedra de “Fundamentos de la Educación” se ha propuesto a los alumnos (de primer año del Profesorado de Artes Visuales con orientación en Cerámica, en la Escuela” Rogelio Yrurtia” de Mar del Plata, Argentina) una actividad de escucha e interpretación de textos musicales.
En el marco que ofrece el actual Diseño Curricular, en la Cátedra de “Fundamentos de la Educación” se ha propuesto a los alumnos (de primer año del Profesorado de Artes Visuales con orientación en Cerámica, en la Escuela” Rogelio Yrurtia” de Mar del Plata, Argentina) una actividad de escucha e interpretación de textos musicales.
El principal
objetivo es el de transferir a otro ámbito (el propio de las Artes del Tiempo)
las competencias plásticas. Se busca con
ello facilitar la conversión del Homo videns, (analizado por Giovanni
Sartori), en Homo sapiens sapiens e integrarlos en la Cultura Musical.
Es menester
rescatar las demás competencias artísticas. Éste que es un auténtico desafío en
la enseñanza en general, se hace especialmente importante en la Educación
Terciaria (Artística y Superior). Aquí no basta investigar. Hace falta asombrar
y recuperar la alegría y el placer en el trabajo.
El propósito
secundario es que, a través de las tareas propuestas, en el curso se plasme una
producción artística, en el modo en que los símbolos de las imágenes
polisémicas posibilitan. La Semiótica artística implica connotaciones
explícitas, unas y crípticas, otras. Las interpretaciones divergentes de lo que
el uso común privilegia como paradigma de decodificación, son enriquecedoras.
En la base de
toda esta labor está la consideración de que la composición musical (anónima y
de autor) hace pensar en una realidad alternativa, con otras posibilidades que
aquellas que el sentido común y lo cotidiano ofrecen.
La práctica
docente no se limita a tomar contacto con los tecnicismos para inducir a los
estudiantes a decodificarlos. Se tenderá a alcanzar la transcodificación. La
experiencia áulica hoy permite la actuación individual, personal de cada uno,
como así también el trabajo colaborativo en pos del colectivo. La tarea en
equipo muestra lo mucho que se consigue con la participación igualitaria.
Se propone la
actividad de audición de “La Mer” de Claudio Debussy (representante
sobresaliente del Impresionismo Musical) para ahora pedir:
·
Reconocer
las distintas partes de la obra.
·
Identificar
características del ritmo.
·
Distinguir
los materiales utilizados.
·
Traducir
plásticamente.
En este informe se adjunta la producción de los aspirantes a Profesores
de Artes Visuales para constatar el cumplimiento de la consigna y permitir el
deleite estético.
ACTIVIDADES DE INTERPRETACIÓN-PRODUCCIÓN
El mar - Verónica Reliz
El mar - Sebastián Moreno
El mar - Sebastián Moreno
El mar - Laura Sosa
El mar - María Guadalupe Castilla
Artemisa cazadora
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Si se quisiera hacer
un relato de aventuras que no tuviese fin, sólo habría que narrar los hechos de
la vida de la diosa griega Artemisa (la cazadora Diana de los romanos). Cada
uno de los acontecimientos podría constituirse en un episodio rico en
personajes complejos y acciones vinculadas entre sí, en un entramado. El tejido
o texto resultante sería un tapiz de una exuberancia y colorido digno de
integrar la colección de la obra de Aracné.
La serie estaría
abierta a infinitas conexiones que vincularían a inmortales (dioses, titanes y
otras criaturas mitológicas) con mortales (héroes y humanos). Para dar comienzo
a la propuesta, vaya esta presentación a modo de intento de aproximación.
Artemisa es una
maravillosa apertura, incluso desde la lengua, del idioma, ya que hay (y puede
establecerse claramente) una relación etimológica entre su nombre y la palabra
“osa” en griego. Este vínculo quiso también hacerse real en varias ocasiones.
Por ejemplo, antes de contraer matrimonio, las muchachas casaderas pasaban un
año sirviendo en su santuario. En ese período eran designadas como “oseznas”.
Santuario de Artemisa
Esta unión no fue
meramente nominal, pues también intentó materializarse, como en el caso
relacionado con la bella Calisto, su ayudante, cuando el abusivo Zeus la violó, tomando
el aspecto de Artemisa (o de Apolo) engendrándole un hijo (como previamente
había hecho con Leto, la madre de la propia Artemisa cazadora).
Calisto y Zeus - François Boucher
El padre de dioses y
hombres (como era designado Zeus, el Júpiter latino) repitió con la joven
asistente, la triste hazaña de la que fue víctima Leto (o Latona) y a la que
Artemisa debió su origen. Y, tal como sucedió anteriormente procreó (aunque con
engaños) a un nuevo ser, que se llamó “Arcas”, al que corresponde la misma
etimología.
Calisto y Arcas
Nuevamente intervino
la vengativa Hera, quien castigó irracional e injustamente, a la víctima,
transformándola en osa. Su trágico destino hizo (con la participación de la
resentida diosa) que su hijo en una cacería, casi le diera muerte.
Calisto y Arcas
Finalmente, Zeus se
compadeció de ellos y los subió al cielo como constelaciones: las de la Osa
Mayor y la Osa Menor, confiriéndoles simultáneamente una forma de inmortalidad
y permitiendo que permaneciesen muy próximos en el espacio.
Este incidente le
replantea a la diosa, adolescente perpetua, su propio origen. La divina
cazadora (gracias a la ayuda de Poseidón y Eolo, quienes la ocultaron de la
malvada espesa del Supremo), nació en la isla de Delos como resultado de una
violación.
Fue en ese preciso
momento en que comenzaron sus hazañas. Dado que Ilitía (la diosa encargada de
facilitar los partos) tenía prohibido por su ofuscada madre (Hera) ayudar en
éste., la pequeña recién nacida ofició de partera en el alumbramiento de su
hermano mellizo: Apolo.
Ilitia
Otro gran mérito suyo
fue soportar los castigos de Hera, su pérfida madrastra. Se cuenta que cuando
ella (la maltratadora) la golpeaba, la pequeña buscaba consuelo en los brazos
de su padre (Zeus) que la conformaba.
También se dice algo
del pedido que a él la niñita divina, con sólo tres años, le hizo para que
diese cumplimiento a sus deseos. El primero fue el de permitir que permaneciese
virgen, En esto se igualó a Palas (Atenea Partenós) su hermana aunque a medias,
pues tenían madres diferentes.
Su segunda aspiración:
tener muchos nombres, también fue satisfecha, ya que se la conoció mucho más
aún no sólo por el de origen, sino por el que le dieron y divulgaron los
romanos: Diana y además como Hécate, Cariatis, Caria, Cintia, Delia, Selene y
Febe (como femenino de Febo, por su hermano Apolo).
Es por eso que expresó
su tercera pretensión: ser la dadora de luz (Faesporia).
Su cuarta apetencia
estaba referida a sus atributos: el arco y las flechas de oro y plata. Estos
objetos los consiguió en la volcánica isla de Lípari, donde Hefaistos (Vulcano)
trabajaba en las artes del fuego con los cíclopes.
Mientras las Oceánides
temían a los mitológicos herreros, principalmente por su intimidante aspecto,
Artemisa valientemente solicitó y obtuvo de su medio hermano (el hijo de Hera y
Zeus) las armas que quería. Las mismas que se constituyeron en su símbolo,
junto con el perro, el ciervo y la luna. También reclamó una túnica hasta las
rodillas, para que no le entorpeciera en las maniobras de caza. Esta vestimenta
funcionó como un verdadero uniforme.
Las Oceánides - Gustave Doré
En su quinta
ocurrencia reclamó la entrega de sesenta
de las hijas de Océano (todas ellas de nueve años) para integrar su coro.
Su avidez terminaba
con el sexto requerimiento: sesenta ninfas amnisíades como doncellas para que
cuidaran de sus animales (sus perros: siete hembras y seis machos, e igual cantidad de ciervos de cornamenta
dorada, que ella misma capturara para que tirasen de su carro) y que velaran
sus armas (redes, arco y flechas) mientras la diosa durmiese. A las
acompañantes y servidoras, vírgenes (como ella) les exigía castidad.
Conseguido todo lo
solicitado, comenzó a practicar arquería para mejorar su puntería, disparando
sus flechas primero a blancos fijos: los árboles de los bosques y luego a los
móviles: las bestias salvajes que los poblaban.
Finalmente, pese a que
otras deidades señoreaban sobre distintos ámbitos, señalados por los cuatro
elementos (agua, aire, fuego y tierra) en diferentes lugares del cielo, el río,
el mar, la tierra y hasta el submundo de las sombras, ella no solicitó se le
dedicase ciudad alguna. Apolo, su mellizo, tenía Delos y Palas, a Atenas. Pero
la joven cazadora sólo quiso gobernar sobre los montes.
Fuera de esto, sólo
demandó ayudar a las mujeres para aliviar los dolores del parto, como cuando
debió asistir a su propia madre, tan hábil y precozmente, en el nacimiento de
Apolo. Basó su petición en la creencia de haber sido entonces elegida como
comadrona por las Moiras (Parcas) que entretejieron así su destino.
Las parcas - Tapiz mille fleur - siglo XVI
Incontables hazañas
(por ser muy numerosas no por lo inenarrables) realizó a partir de aquí. Pero,
como no son inefables, pues todo puede ser dicho, tanto lo verdadero como lo
falso, es así que para la narración de estos hechos mejor será esperar a otro
momento que con justicia dé buena cuenta de ellos.
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