El arte de la esquina
Boletín mensual Nº 72 - Año VI
julio de 2013
Jóvenes a la orilla del Sena - Courbet
SUMARIO
Apuntes
para una Estética del Realismo (5ª parte)
La doncella encantada
Apuntes para una Estética del Realismo (5ª parte)
Textos: Lic. Alicia Grela Vázquez
Ilustración: Prof. Elsa Sposaro
El realismo pictórico francés tiene un prototipo: Courbet. Él aparece como paradigma encarnado del movimiento. Es él quien afirma:
"Pintar es un arte esencialmente concreto, y sólo puede consistir en la presentación de cosas reales y existentes."
Autorretrato - Gustave Courbet
Importa mostrar escenas del presente. Para ello la pintura compite con la fotografía, en la fidelidad y crudeza de sus imágenes.
Hacia 1850 Courbet usa fotografías para sus pinturas. El más célebre de los fotógrafos franceses es Félix Nadar. Con él la fotografía pasa de ser una mera técnica a una más de las Artes.
Autorretrato - Félix Nadar
Daumier es el pintor moderno por excelencia. se muestra como posromántico, inspirado en las costumbres contemporáneas y apropiado para lograr una amplia circulación.
Honoré Daumier
Obreros en una calle - H. Daumier
Como escultor se anticipa al expresionismo. Utiliza diversos materiales y técnicas para mostrar las deficiencias económicas, políticas y sociales de su época. Así es que sus esculturas antiacadémicas en bronce exhiben a los legisladores de su tiempo.
Esculturas - Daumier
Pero, su fama deriva de las caricaturas satíricas. En ellas utiliza la técnica de la litografía y, una vez que se las ve en los periódicos, lo popularizan y divulgan. Es "La silueta" el lugar en que publica sus obras irónicas y cínicas. Estas alcanzan a políticos y reyes. Carlos X y Luis Felipe.
Y dado que este último es el objeto central de sus burlas, es precisamente el mismo "Rey burgués" quien procede a censurarlo, en un gesto que combina intolerancia y autoritarismo.
Posteriormente ni la República ni el Imperio de Napoleón III disminuyen su escepticismo. Como contrapartida, en su época el sarcasmo y la crítica socrática tampoco son aceptadas.
Como caricaturista político usa el retrato cargado, propio del Barroco, e incorpora en él la deformación de los rasgos faciales y corporales para destacar las características de un sujeto.
Y si bien su técnica en el óleo es inmejorable, Charles Baudelaire elige a Constantin Guys para ejemplificar su propuesta.
J.-Francois Millet, en cambio, apunta a la vida campesina. No pinta trabajadores urbanos. es por eso que se lo suele ver como reaccionario y excesivamente sentimental.
Retrato de J.-F. Millet - Nadar
Pajares - Millet
Emilie Millet - Millet
Leñadores - Millet
Por otra parte, Gustave Doré muestra los barrios bajos en su obra "Londres: un peregrinaje" (como se muestra en "El tren de tercera clase"), aunque se le conoce mejor como ilustrador de los clásicos de la Literatura.
Retrato de Paul Gustave Doré - Nadar
Caperucita roja - Doré
Don Quijote y Sancho - Doré
Tren de tercera clase - Doré
En forma análoga, Charles Meryon pinta en blanco y negro paisajes urbanos desoladores, que Víctor Hugo elogia, considerándolos como antesalas del infierno.
Charles Meryon
El vampiro - Charles Meryon
Notre Dame de París - Charles Meryon
Su amor por la oscuridad le hace elegir como objeto pictórico ambientes propios de la Estética Gótica que incorpora desde la perspectiva del Realismo.
Lic. Alicia Grela Vázquez
Mamá contaba que en el pueblo se sabía de
la existencia de un misterioso ser que habitaba en los castros como en las
viejas torres de los castillos gallegos. Este extraño personaje reunía todas
las características mágicas que la antigua mitología celta mantuvo soterradas y
que adaptó e hibridó, una vez impuesto el cristianismo.
La creencia de la aldea era que la
Doncella Encantada era la Dama del
Castro, y que se aparecía incluso tomando la forma de algún animal. La
tradición le atribuía, como propiedad, la metamorfosis. Pero se tenía por
cierto que era una buena mujer, que ayudaba a cuantos, por su buena suerte, se
encontraban con ella.
La abuela agregaba que muchos la buscaban
para obtener un consejo y que, siempre que la oían, las gentes llevaban una
prudente y juiciosa enseñanza. Así de sensatas eran sus palabras. Sus dichos
permitían a quienes los oyeran tomar una determinación adecuada que
comprometiera su futuro.
Se comentaba también que, fundándose en
eso, había quienes pretendían forzar la aparición de la Dama, llevando a los
castros manjares deliciosos y viandas apetecibles y gustosas. Invocaban allí al
Hada, esperando que se presentase cubierta con una blanca túnica, con la que se
le suponía vestida.
Sin embargo, ella (que cuenta con el
aprecio de todos) prefiere manifestarse cuando sabe de personas que se hallan
en algún aprieto, o que están afligidas por una desgracia. Entonces,
previamente a su epifanía, se anuncia diciendo: “No tengas miedo, que soy la
Dama del Castro.” Y después les ofrece un consejo para que esas gentes puedan
resolver el problema.
Cuentan que la Señora es protectora de
niñas y niños, que estando solos se encuentran en peligro: cerca de una ventana
abierta, por ejemplo, o a punto de caer en el río, o subidos a las paredes del
brocal de un pozo, o por despeñarse por un fragoso terreno, o…Pero allí está
prodigiosamente ella, para tenderles la mano y conducirlos a un lugar seguro,
donde no corran ningún riesgo.
Eso sí, al Hada no le gusta que la vayan a
buscar al castro en que vive. Hay quien dice, con razón o sin ella, que aquel
que llegara a los aposentos de la Doncella, no podría volver atrás y quedaría
allí, para siempre, encantado. Y es por eso que nadie puede dar fe de haber
visto ese castillo de cristal que subyace bajo los cimientos de la torre o del
mismo castro, donde está su morada.
Los míos, creyentes o no, pero atrevidos y
vanidosos como pocos, la identifican con la Virgen de Grela.
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