miércoles, 29 de diciembre de 2010

El arte de la esquina

El arte de la esquina




Boletín Mensual Nº 41 – Año 4


Diciembre 2010



Odalisca - detalle - Ingres


SUMARIO

La Estética del Neoclasicismo (cuarta parte)
José Cadalso





 La Estética del Neoclasicismo (cuarta parte)
Lic. Alicia Grela Vázquez




En el siglo XVIII las Artes Plásticas pasan por las mismas etapas que las del tiempo: la del Rococó (con Watteau, Boucher y Fragonard), la del Neoclásico propiamente dicho (con David e Ingres) y la Prerromántica (con Reynolds).


Los frescos del período Neoclásico son de composición simple, con pocas figuras, mostrando serenidad, en posturas similares a las estatuas de la Antigüedad grecorromana.


Winkelmann es el consejero de los artistas, a quienes agrupa en un círculo al que pertenecen el pintor bohemio Anton Raphael Mengs, el arqueólogo Gavin Hamilton y Benjamín West. Las características son la austeridad, la solemnidad y la fidelidad en la reproducción de los detalles arqueológicos.



          Johann Joachim Winckelmann - Angelika Kauffmann - 1764 -  Kunsthaus Zürich






Zeus y Ganimedes - Mengs



Andrómeda y Perseo - Mengs




La venganza de Bruto - Hamilton








Juno y Zeus- Hamilton





Psique y Eros - West

 
En Francia Jacques Louis David exalta el patriotismo augurando una temática romántica.




 El juramento de los Horacios - David

La composición neoclásica se preocupa por la lógica, el orden y la proporción. Las figuras son presentadas en forma austera, sobria y hasta estoicamente.




La coronación de Josefina y Napoleón - David


 En la última década del siglo los artistas pintan imitando las siluetas representadas en las cerámicas griegas. De ellos el más destacado es Flaxman, cuyos grabados para la Ilíada y la Odisea, con líneas simples y puras sustituyen la perspectiva tradicional.



 

                                      
   Nausica encuentra a Ulises - Flaxman



 

Electra - Flaxman



 Jean August Dominique Ingres, discípulo de David y continuador de Flaxman adapta la tradición clásica de ambos a su forma propia.



 Los embajadores de Agamenón - Ingres



El baño turco - Ingres


España destaca como pintores Neoclásicos a José de Madrazo, José Aparicio y Juan Antonio Ribera, todos ellos artistas "davidianos".


La muerte de Vitriato - Madrazo



Sócrates enseñando a un joven - Aparicio



Cincinato abandona el arado para dictar leyes en Roma - Ribera


Siendo el poder gubernamental muy fuerte, la libertad creativa se ve limitada y las Artes lo evidencian, especialmente la Pintura y la Literatura, tanto en Europa como en América.





 José Cadalso




Cartas marruecas (fragmento)



" He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Éstos no ven, digámoslo así, sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por dónde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde transiten y otros motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos nota. Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo, y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que me pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de esto no entiendo; y otras: de esto no quiero entender. Con estas proporciones hago ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la península. "


Al pintor que me ha de retratar

Discípulo de Apeles,
si tu pincel hermoso
empleas por capricho
en este feo rostro,
no me pongas ceñudo,
con iracundos ojos,
en la diestra el estoque
de Toledo famoso,
y en la siniestra el freno
de algún bélico monstruo,
ardiente como el rayo,
ligero como el soplo;
ni en el pecho la insignia
que en los siglos gloriosos
alentaba a los nuestros,
aterraba a los moros;
ni cubras este cuerpo
con militar adorno,
metal de nuestras Indias,
color azul y rojo;
ni tampoco me pongas,
con vanidad de docto,
entre libros y planos,
entre mapas y globos.


Reserva esta pintura
para los nobles locos
que honores solicitan
en los siglos remotos;
a mí, que sólo aspiro
a vivir con reposo
de nuestra frágil vida
estos instantes cortos,
la quietud de mi pecho
representa en mi rostro,
la alegría en la frente,
en mis labios el gozo.
Cíñeme la cabeza
con tomillo oloroso,
con amoroso mirto,
con pámpano beodo;
el cabello esparcido,
cubriéndome los hombros,
y descubierto al aire
el pecho bondadoso;
en esta diestra un vaso
muy grande, y lleno todo
de jerezano néctar
o de manchego mosto;
en la siniestra un tirso,
que es bacanal adorno,
y en postura de baile
el cuerpo chico y gordo;
o bien junto a mi Filis,
con semblante amoroso,
y en cadenas floridas
prisionero dichoso.

Retrátame, te pido,
de este sencillo modo,
y no de otra manera,
si tu pincel hermoso
empleas, por capricho,
en este feo rostro.




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