sábado, 25 de julio de 2009

El arte de la esquina

Boletín Mensual Nº 24 – Año 2

Europa en Mapa renacentista


SUMARIO

Estética del Renacimiento (Décima parte)
Arte contemporáneo, burbuja del mercado
La ventana abierta


Estética del Renacimiento
(Décima Parte)

Lic. Alicia Grela Vázquez


Los artistas renacentistas no se diferencian en principio de otros trabajadores agremiados, ni en su origen, ni en su educación. Reciben su nombre del oficio de su padre, de su lugar de nacimiento y de su maestro. Como a criados se les tutea. El talento no les da derecho al desempeño laboral, sino el cumplimiento a las prescripciones gremiales. Su formación tiene lugar en los tallleres en el modo medieval.


Juan Amós Comenio - Didáctica Magna - El Maestro y el Niño


Comenio - Didáctica Magna - El artesano


Muchos, como Donatello, Verrocchio, Guirlandaio y Boticcelli proceden de la Orfebrería, que por eso es llamada "Escuela de Arte".

Donatello - Judith y Holofernes

Busto de Benvenuto Cellini

Benvenuto Cellini -El salero de Fernando I


Las más importantes botteghe de artistas persiguen métodos educativos individuales. Los talleres son famosos por sus directores, maestros y artistas. Los aprendices eligen a sus empleadores y son colaboradores equiparables a los jefes de los equipos.

El trabajo combinado de artistas, maestros, artesanos, colaboradores y ayudantes hace que la obra confunda los aportes de cada uno o realmente los fusione.

La tradición establece que cuando el alumno supera al maestro, este se retira, como sucede con las duplas: Verrocchio-Leonardo, Francia-Rafael, Cimabue-Giotto.

Cimabue - Madonna, Niño y San Francisco


En los comienzos del Renacimiento el taller artístico sigue aún el espíritu comunal de los antiguos constructores y del gremio. El proceso de creación todavía cumple con las formas colectivas de producción. Continúan los talleres familiares, pero hay también propietarios que son más empresarios que artistas. Toman encargos para darlos a hacer a otros. Como ejemplo Evangelista da Predis, en Milán empleó, entre otros, a Leonardo.


Leonardo - Baco

Los talleres producen obras de arte y artesanías: armas, banderas, tapices, etc. Esto se acepta hasta fines del primer Renacimiento sin denigrar al artista. Con Miguel Ángel se produce un cambio fundamental. La idea que el artista tiene de sí se torna irreconciliable con la aceptación de encargos artesanales.

También esto señala la ruptura con los gremios. Luego del proceso de Poggi, en 1590, con el que se lo quiere prohibir por no haber cumplido con los siete años de aprendizaje, ya no es obligatoria la agremiación.

En la primera etapa del Renacimiento los artistas son también en lo socioeconómico como los artesanos: en general ni muy ricos ni pauperizados. La mejor posición es la de quienes están al servicio de una Corte o de un Protector. Lo producido por un artista de primera línea no tiene gran diferencia de precios con quienes le siguen.

Gentile da Fabriano por la "Adoración de los Reyes Magos" obtiene 150 florines de oro; Lippo Lippi: 40 por una Madonna y Ghiberti por las Puertas del Baptisterio 200 (contra los 600 que cobra un Canciller). Para vivir se requieren 300 florines anuales.

Gentile da Fabriano - Adoración de los Reyes Magos

Lippo Lippi - Madonna


Ghiberti - Puerta del Paraíso


Los artistas piden anticipos a sus clientes,que a menudo sólo pueden pagar los materiales a plazos. Aún a los príncipes puede escasearles el dinero. Leonardo se queja del incumplimiento en el pago de Ludovico "el Moro".

Ludovico Sforza, "el Moro"



El cliente paga el salario y la manutención de ayudantes y aprendices. El maestro recibe honorarios según el tiempo empleado en la obra. Hasta fines del siglo XV el precio sigue determinado por las jornadas de labor. Al separarse el trabajo artístico del artesanal cambian las condiciones contractuales: el monto de los pagos, los colores y materiales usados.

Con Miguel Ángel desaparece incluso la figura del "fiador" que asegure el cumplimiento de lo pactado. Así es que en el siglo XVI las cláusulas se hacen menos precisas. Se solicita una obra no importa cuál (puede ser pintura o escultura); o la temática: la imagen de la Virgen o un Santo (cualquiera). Importa más el ejecutante que la obra.

En Italia los artistas tienen mayor independencia del gremio y por consiguiente una posición de privilegio. Pasan de una ciudad a otra y no pueden ser controlados por instituciones locales. Los artistas toman conciencia de su importancia por su valor de cotización.

El ascenso social se manifiesta en los honorarios. Lippo Lippi cobra 2.000 ducados por los frescos de "Santa María sopra Minerva" y Miguel Ángel 3.000 por las pinturas en la cúpula de la Capìlla Sixtina.

Lippo Lippi - Santa María sopra Minerva


Ghirlandaio - Capilla familiar Torbabuoni


Ghirlandaio -Detalle de Capilla familiar en Santa María Novella


Algunos artistas a fines de siglo se hacen ricos: Perugino, Leonardo, Rafael y Tiziano llevan una vida magnífica.

Miguel Ángel - Frescos de cúpula Capilla Sixtina



Perugino


Perugino -Detalle

Leonardo - San Gerónimo


Leonardo - Detalle de la Anunciación


Rafael - Las Tres Gracias

Tiziano - Venus dormida


Otros, menos afortunados, como Lippi Lippi, Paolo Ucello y Fra Angélico no siempre cubren sus gastos

Lippo Lippi




Lippo Lippi - Madonna



Uccello - Episodio de la vida en la ermita


Fra Angélico - Detalle

El incremento de los precios se debe a la inflación europea y es consecuencia del enriquecimiento de los señores y las ciudades. Pero también es producto de la asociación de los artistas plásticos con los Humanistas como Comenio, Monteigne, Zwinglio, Nebrija, Erasmo,

Éstos refuerzan la posición de aquéllos argumentando sus pretensiones frente a los gremios qu progresivamente pierden poder y ante la aristocracia, que desconfiada contempla su ascenso. Esta tarea de los intelectuales se suma a la de consejeros y asesores de los artistas en cuestiones mitológicase históricas.


Comenio - Didáctica Magna - Estudio


Montaigne


Zwinglio

Nebrija





Erasmo


El equilibrio dinámico de este período se logra por el balance de los platillos cargados con los actores socioeconómicos del Renacimiento: artistas y mercenarios en uno y mercaderes devenidos en banqueros, señores y mecenas en el otro.

El capitalismo se afianza y recrea como nuevo un mercado: el del Arte.

Caballeros mercenarios


Mercenarios renacentistas

Mercenario

Los mercenarios como agentes de cambio no son exclusivos de esta etapa, pero es en ella donde adquieren relevancia.

Papado renacentista - Mecenas


César Borgia, mecenas

Bianca Maria Sforza - mecenas

Lorenzo de Médici - mecenas



Francesco Sforza - mecenas


Aunque la categoría de mecenas toma su nombre de un personaje público de la Antigüedad, es un concepto renacentista por antonomasia.


Arte contemporáneo, burbuja del mercado

Prof. Elsa Sposaro

En ediciones anteriores hemos hecho referencia a las tendencias del llamado “Arte contemporáneo”, y presentamos al grupo Hartista como crítico, fundamentando el sinsentido del rumbo que este “arte” estamba tomando ya hace mucho tiempo.

El artista crea, recrea, y es cierto que para ello en el transcurso del tiempo se ha tomado ciertas libertades en la elección de temas, materiales y técnicas. Esto es una cosa, esto es la búsqueda de elementos que mejor permitan la comunicación con el espectador de la obra.

El mercado y el arte hoy van de la mano, en una fusión que abunda en trivialidad, dirigido sin duda a desprejuiciados “entendedores de arte”, a que promocionen entre snobistas expendedores de cheques en euros, para adornar sus colecciones privadas y adornar sus salas, como símbolo de status y económico y cultural sin notar la sinrazón del arte contemporáneo.

Este tema quizá sea muy controvertido, ya que muchos podrían describir este arte contemporáneo como el tren al que se subieron muchos improvisados vislumbrando “un buen negocio con escasa inversión”.

Muchos artistas hoy parecen ser mejores por doblar alambres y ensuciar bastidores, y lo peor es que tienen seguidores, admiradores y compradores.

Un viaje al extranjero parece ser la segunda condición para aumentar el nivel artístico de este pseudoartista o “artista contemporáneo”. Sin dejar de participar en las Bienales, donde allí se concentra mayormente la estupidez supuestamente “creativa” y la estupidez compradora. De esto sólo podemos afirmar que la estupidez en este aspecto es universal.

Las burbujas tienen poca duración. Esto algún día se ha de terminar. Prefiero pensar que evolucionaremos para mejor, y que este cáncer no seguirá haciendo metástasis.

De todos modos, este tema se pretende muchas veces derivar hacia la experiencia y conocimiento o no de los artistas, lo cual creo desacertado.
Muchos discuten si la Academia sí o si la Academia no...si es importante el dibujo y la perspectiva o no.

Creo que quien quiera acercarse a un hacer cualquiera que este fuera, debe aprender e investigar. El obtener un título académico no implica necesariamente ser artista. Tampoco la frecuencia de las sesiones de pintura en la realización de una obra. Un artista puede, a mi entender, compartir el trabajo que lo sustenta con el trabajo que humanamente lo alimenta, es decir, puede asistir de lunes a viernes a su empleo en un banco o empresa y los fines de semana dedicarlos al Arte. Esto no lo convierte en un artista menor ni a su obra en menos.

Muchos llamados “aficionados” son productores de un Arte con mayúsculas y todos sabemos que actualmente muchos “artistas consagrados” no pasan de ser unos “aplastalatas” o realizadores de conjuntos sin sentido con piezas de ferrocarril. También dentro de esta fauna payasesca están los imitadores de locos, o los provocadores, que dejan su “demencia aparente” y se convierten en hábiles matemáticos a la hora de contar dólares por sus chapas retorcidas y pegadas en un soporte.

Más que mundo loco, diría yo, mundo vacío, frío, calculador, oportunista, pero sin Arte.

Todas las modas pasan, será cuestión de que los verdaderos artistas sigan en la resistencia, creando Arte, aprovechando las ventajas que los materiales artísticos actuales permiten. Pero sobre todo, el aprendizaje, en una institución, en un taller, solos o con guía, pero siempre el acento debe estar en el aprendizaje del oficio. En definitiva el artista, es un obrero de su obra, pero siempre es un aprendiz.

Hacer una huelga de Arte sería un contrasentido. Sería inteligente de parte de los artistas, hacer una huelga a las galerías y Bienales, y a los Concursos en los que el artista deba pagar por participar. Quizá sería esta una forma de sanear el ambiente artístico.

Este es el mundo en el que vivimos, se puede reproducir la palabra de Cervantes o Shakespeare y no la de un escritor o ensayista actual. Se puede reproducir la “La Mona Lisa” de Leonardo pero no “El final del no sé qué” de Juan Equis (nombre figurado de artista contemporáneo).

El Arte sin embargo, sigue viviendo, de la mano de los artistas que sinceramente aman las Artes. Surgirá, emergerá entre esta montaña de latas, inodoros, alambres, tuercas y mingitorios. Esta burbuja se desvanecerá.

Recomendamos:
http://www.hartismo.com/hartistas.htm







La ventana abierta

Saki

-Mi tía bajará enseguida, señor Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince años-; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.
Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta serie de visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.

-Sé lo que ocurrirá -le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural-: te encerrarás no bien llegues y no hablarás con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.
Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificada entre las simpáticas.

-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.
-Casi nadie -dijo Framton-. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.
Hizo esta última declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.
-Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.
-Sólo su nombre y su dirección -admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.
-Su gran tragedia ocurrió hace tres años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.
-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.
-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.
-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?
-Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.
A esta altura del relato la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.
-Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba, y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuántas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre "¿Bertie, por qué saltas?", porque sabía que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana...
La niña se estremeció. Fue un alivio para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por haberlo hecho esperar tanto.
-Espero que Vera haya sabido entretenerlo -dijo.
-Me ha contado cosas muy interesantes -respondió Framton.-Espero que no le moleste la ventana abierta -dijo la señora Sappleton con animación-; mi marido y mis hermanos están cazando y volverán aquí directamente, y siempre suelen entrar por la ventana. No quiero pensar en el estado en que dejarán mis pobres alfombras después de haber
andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los hombres ¿no es verdad?
Siguió parloteando alegremente acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo a medias exitoso, de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba cuenta de que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico aniversario.
-Los médicos han estado de acuerdo en ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y de ejercicios físicos violentos -anunció Framton, que abrigaba la ilusión bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su remedio-. Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.
-¿No? -dijo la señora Sappleton ahogando un bostezo a último momento. Súbitamente su expresión revelaba la atención más viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba diciendo.
-¡Por fin llegan! -exclamó-. Justo a tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos, ¿no es verdad?
Framton se estremeció levemente y se volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva comprensión. La niña tenía puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas, Framton se volvió en su asiento y miró en la misma dirección.
En el oscuro crepúsculo tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz joven y ronca que cantaba: "¿Dime, Bertie, por qué saltas?" Framton agarró deprisa su bastón y su sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada. Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse
a un lado para evitar un choque inminente.
-Aquí estamos, querida -dijo el portador del impermeable blanco entrando por la ventana-: bastante embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe no bien aparecimos?
-Un hombre rarísimo, un tal señor Nuttel -dijo la señora Sappleton-; no hablaba de otra cosa que de sus enfermedades, y se fue disparado sin despedirse ni pedir disculpas al llegar ustedes. Cualquiera diría que había visto un fantasma.
-Supongo que ha sido a causa del spaniel -dijo tranquilamente la sobrina-; me contó que los perros le producen horror. Una vez lo persiguió una jauría de perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esas bestias que gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así cualquiera se vuelve pusilánime.
La fantasía sin previo aviso era su especialidad.

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