El arte de la esquina
Boletín mensual Nº 84-Año VII
Julio de 2014
L'Hermitage à
Pontoise - Pissarro
SUMARIO
Apuntes para una Estética del Impresionismo (IX parte)
La víctima
Apuntes para una
Estética del Impresionismo (IX Parte)
Texto:Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
A Claude Monet se le
considera como el más consecuente de los pintores impresionistas, al extremar
su búsqueda de la luz, según el ojo humano la percibe.
Retrato de Monet - Renoir
Para esto reproduce un
mismo tema, según distintas condiciones atmosféricas y alturas del sol sobre el
horizonte, a diferentes horas del día, produciendo series.
Nenúfares - Monet
Nenúfares - Monet
Aunque se forma como
pintor de porcelanas, por un tiempo intenta conciliar la percepción espontánea
con la composición de figuras en gran escala, siguiendo la idea de Manet.
Luego, con Renoir
decide pintar cuadros pequeños. Son suyos los primeros cuadros impresionistas. Luego
el asunto pierde importancia. Monet escribe: “Hay que tratar de olvidar qué
objeto uno tiene delante de sí y dejar constancia sólo de las formas coloreadas
que uno puede ver.”
Impresión del sol naciente - Monet
Su libertad creativa
se muestra especialmente en sus últimas obras, que por eso son un antecedente para el arte abstracto moderno coincidiendo
con Cèzanne.
Der Rosenweg en
Giverny
El único pintor
impresionista que participa de las ocho exposiciones es Pissarro. Desde
Pontoise, campo en las afueras de París, pinta campesinos trabajando y escenas
fluviales.
Retrato de Camille Pissarro
Sin embargo, en la
década del setenta usa su estudio para sus óleos más ambiciosos, como “La côte
des boeufs dans l´Hermitage”.
La côte des boeufs dans l´Hermitage - Pissarro
En los ochenta, sus
problemas visuales lo obligan a trabajar en el taller. Además, según él mismo
expresa, solo desde allí y a través de la ventana puede dar a su obra la unidad
intelectual que pretende.
Sus paisajes, de
pincelada flexible (en forma de coma) los traza con colores fuertes, como en
“Paisaje de Chaponval” y “La estación de Penge”. En ellos resplandece la luz.
Paisaje en Chaponval - Pissarro
Al igual que Degas,
hasta avanzada edad continúa siendo un creador prolífico. La gran ironía es que
un buscador de la luz, luego de plasmarla en sus obras, se ve privado de ella. Y
el agravante es que esto sucede en la Ciudad Luz.
De ella Charles
Baudelaire dice (por los cambios en su traza) : “El viejo París no existe. La
forma de una ciudad cambia más de prisa, ¡ay! que el corazón de un mortal.”
Charles Baudelaire
La capital del mundo
es verdaderamente cosmopolita y reúne
(como en la obra “Música en las Tullerías” de Manet) no solo a pintores,
sino también a críticos de Arte, inspectores de museos, periodistas, poetas y
músicos.
Música en las Tullerías - Manet
Entre estos últimos
hay ejecutantes y compositores, como Offenbach, creador de música incidental de
gran éxito, como : “Orfeo en los infiernos”, “La bella Helena” y “La vida
parisina”.
La víctima
Texto:Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
¿Qué te he de decir
yo, en las circunstancias profundamente dolorosas y angustiantes en que estás?
Estas aberrantes ofensas provocan, quizás por el miedo, silencio y parálisis.
No hay lugar al que puedas escapar, para refugiarte, ni panacea que alivie tu
sufrimiento. Pero aún queda el grito, si no el propio, el de alguien más.
Te contaré algo, que
tal vez ahora no puedas apreciar, pero que posiblemente te ayude a superar esta
caótica situación, al verte en el espejo de otra infortunada víctima. Mi
narración toma como base el relato que ella misma hiciera, en distintos
momentos a distintos poetas, para que con su palabra iluminasen la oscuridad
que sobre ella (y muchas otras) cayó de pronto.
En tiempos muy
remotos, hace de esto mucho, en un lugar
próximo al Egeo, el gran Zeus (Júpiter), en su intento frustrado por
violar a Asteria, provocó que ella, para evitarlo, se transformara en codorniz
y luego se arrojara al mar. En medio del agua mutó nuevamente y se convirtió en
la isla flotante, llamada Ortigia, nombre que aludía al ave de la cual
provenía.
Zeus
Asteria
Isla Ortigia
La metamorfosis (la
posibilidad de adoptar distintas formas a voluntad) era una propiedad que
tenían los inmortales (entre los cuales ella se contaba) y que aprovechaban en
su propio beneficio.
Hecha esta aclaración,
continúo. Insatisfecho, su agresor tomó por la fuerza a su hermana Leto, (que
los romanos conocieron como Latona), que en este acto concibió a los divinos
mellizos: Artemisa (Diana) y Apolo (Febo).
Leto
Leto y los divinos mellizos
Enterada Hera (Juno)
de la horrenda infidelidad de su esposo, que ya se había constituido como el
dios supremo del panteón griego, comenzó a perseguir a aquella que consideró su
rival, como hacen muchas mujeres, pero con más recursos.
Hera y Zeus
Pese a ser no sólo la
diosa del hogar y el matrimonio, sino también de los nacimientos, sus celos
pudieron más que sus títulos, quizás por lo reiterado de las humillaciones a
las que su marido la sometía. Y, fiel a su único propósito (impedir el
alumbramiento) prohibió a su hija Ilitía, (divinidad encargada de facilitar los
partos) que atendiera a Leto.
Zeus e Ilitia
También prohibió que
diese a luz en el continente, en tierra firme o en una isla. Es por eso que la
infortunada Leto no encontró refugio en lugar alguno. Sin embargo,
en algunos pueblos se
tenía la versión, según la cual, la desierta isla de Delos (la anteriormente
mencionada como Ortigia) emergió y Latona dio a luz en ella, aferrándose a una
rama de olivo, para no transgredir el mandato de la diva suprema.
Algunas referencias
dadas por aedas antiguos y recordadas por las tradiciones populares afirman que
los dioses se apiadaron de la parturienta y permitieron que naciera
primeramente Artemisa (Diana) en Ortigia, -que los Olímpicos fijaron en el
fondo marino con cuatro columnas- para que ayudara a su madre en el nacimiento
de Apolo. Por este hecho la isla cambió su nombre anterior, por el de Delos
(Brillante).
Para conseguir esto
Zeus se valió de un ardid: envió a Bóreas a recoger a Leto y llevarla con el
señor de los mares y hermano del supremo, el magnífico Poseidón (Neptuno). En
colaboración con las olas hicieron una cúpula que cubrió el lugar, y así
cumplir con el mandato de Hera.
Bóreas
Poseidón
Otras versiones
cuentan que la deidad engañada y herida, en su afán de venganza, prohibió
también que la ultrajada diera a luz en parte
alguna de la tierra o el océano, que el sol
(Helios) iluminara. En las formas mitológicas más antiguas, el astro rey
es Helios y en las relativamente recientes esa misma función es cumplida,
irónicamente, por Apolo (Febo), hijo de Leto.
Helios
Hera, para asegurarse
de que el resultado fuese el deseado por ella, envió a Pitón, pera que le diese
muerte en el parto. Sin embargo, entonces, pese a haberla perseguido, no la
pudo asesinar y, por lo tanto, no cumplió con su cometido.
Pitón
Pero, es por esa razón
que, además posibilitó su trágico final, pues cuatro días después de su
nacimiento, Apolo de un certero flechazo, terminó con la vida de la serpiente
hija de la titánide Gea (Tierra). Pese a todo, por su origen divino, se la
recuerda en el Oráculo de Delos, en el nombre dado a las mediadoras ante el
dios: las pitonisas.
Gea
Entre las penurias que
en su ruta de escape debieron sufrir Leto y sus divinos mellizos (Artemisa y
Apolo) se cuenta que, llegados a un estanque para beber, se lo impidieron unos
campesinos, removiendo y enturbiando las aguas (por supuesto) instigados por la
ira de la divinidad (Hera). Con todo, ellos recibieron el castigo de Zeus, el
gran ofensor, que los convirtió en ranas para obligarlos a moverse en medio del
lodo.
Campesinos convertidos en ranas - Georg Platzer
Hera, no cejó en su
empeño destructor. Mucho se ha dicho de su ensañamiento. En él complicó no sólo
a los dioses, sino también se valió de los humanos, como los participantes de
este incidente.
Pese a todo y su
infelicidad, Leto fue una grande y buena madre, que no sólo les dio vida a sus
hijos, sino que los preservó. Ella tuvo,
tras sus muchas penurias, una gran satisfacción, sus hijos siempre la
protegieron, como cuando dieron muerte al gigante Ticio, que intentó violarla.
Además, obraron con una justicia natural, muy próxima a la venganza, con
aquellos que la despreciaron y humillaron a su madre. La reivindicación le fue
dada con exceso en sus divinos mellizos.
Apolo Ticio y Leto
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