miércoles, 24 de octubre de 2012


El arte de la esquina
Boletín mensual Nº 63 - Año VI
Octubre de 2012


El rapto de Perséfone

SUMARIO

La Estética del Romanticismo (XVII parte)
Las Horas – Las Estaciones




La Estética del Romanticismo (XVII parte)
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen y edición: Prof. Elsa Sposaro

En las primeras décadas del siglo XIX se construye la idea de Romanticismo musical. Esto se evidencia en la expresión emotiva que las producciones patentizan. Aparece la novedosa forma del artista, ligada al genio, que deviene con el paso del tiempo en estereotipo.

Ludwig van Beethoven, apasionado por la revolución del momento, encarna la imagen del compositor romántico ideal. Su obra constituye a un tiempo la cumbre de la perfección del Neoclásico (su primer período) y la ruptura definitiva con él y sus rígidos y formales cánones. Ella cambia (en el segundo período) en la forma musical, el concepto y finalidad de la Música, que deja de ser una abstracción para minorías (que la aristocracia asume como derecho propio de una elite, por lo demás ya privilegiada).


Ludwig van Beethoven


El estilo heroico y revolucionario de esta etapa, asociada a la Revolución Francesa y a la posterior expansión napoleónica es la característica de esta etapa. Finalmente, en el último momento de su producción (el tercero) tiene un tono místico, que evidencia en los Cuartetos de cuerdas y la Misa solemne.




La libertad y el amor están presentes en sus creaciones. De ellas hace una defensa y elogio en Fidelio, que se constituye en una auténtica apología romántica.





Beethoven inicia la nueva época con grandes composiciones instrumentales (las nueve Sinfonías). Simultáneamente, los poetas buscan inspiración en la Naturaleza, lo popular y el pasado. Esta evocación sonora de lo pretérito, especialmente medieval, es una de las características principales de este movimiento.

Las canciones antiguas para una sola voz, con acompañamiento de laúd pierden popularidad ante la difusión del piano, como instrumento ideal para el músico.



Ejecutante de laúd - Caravaggio







Esto es aprovechado por Franz Schubert (de la Escuela de Viena) para la composición de muchas canciones (Lieder). También crea música de cámara y sinfonías como la Inconclusa o Inacabada y La Grande, que se cuentan entre las mejores de todos los tiempos.












Robert Schumann recoge las enseñanzas de Schubert en la composición de canciones, que por centenas dedica a su esposa Clara (destacada pianista).



Robert Schumann



Clara Schumann


La técnica de interpretación se hace cada vez más complicada y con ello se crea un Arte para virtuosos.





Con el Romanticismo aparecen otras formas musicales: la Rapsodia, el Intermedio, la Fantasía y el Poema sinfónico, que han de desarrollarse con la labor creativa de compositores e intérpretes geniales.





Las Horas – Las Estaciones
Lic. Alicia Grela vázquez

Las Horas son conocidas por el uso cotidiano como cada una de las veinticuatro partes del día solar, correspondientes al arco de un ángulo de 15º en la eclíptica. El significado consagrado por la Pragmática privilegia la componente astronómica.







Apolo con la eclíptica y las Horas


Pero su etimología señala otro origen, que deriva del vocablo griego “horos”: “término”. En su significado extralingüístico equivale a “horizonte”, como la línea que parece limitar la superficie terrestre e indica hasta donde alcanza la vista del observador. Allí el cielo y la tierra semejan unirse.






En su sentido lingüístico “horos”: “término”, corresponde a la más elemental de las estructuras lógicas, sobre la cual se construyen las proposiciones y finalmente los razonamientos.

En la Mitología griega las Horas o Estaciones son tres: Eunomia, Diké, e Irene.



Las Horas



Las Horas



Las Horas


Eunomia no es simplemente la Ley, sino la buena (eu) ley (nomos). Esta es una diferencia considerable, porque en ella está comprometida la Justicia (Diké) indisolublemente asociada a la diosa Atenea (Minerva).


Atenea - Minerva


A su vez, la Virgen Atenea, protectora de Atenas, de las Artes y Ciencias está consagrada a la guerra (como estratega) y en íntima relación con la Paz (Irene).

Sólo si la ley es buena, en el estado hay justicia (Diké) y paz (Irene). En lo íntimo, esta es sosiego del ánimo y en lo social, se entiende como ausencia de beligerancia.

Las Horas como Estaciones apuntan al estado actual de las cosas y también a las cuatro partes del año: los equinoccios (primavera y otoño) y los solsticios (verano e invierno).

Por otra parte, en el Panteón griego se consideraba la existencia de doce diosas correspondientes a las horas del día y los meses del año. Ellas acompañaban al dios Sol (Helios) y supervisaban su viaje por el cielo y también dividían el día en partes (horas) que no tenían todas igual duración, pues dependían de la altura del sol sobre el horizonte. Así diferían en extensión en los meses de verano y los de invierno.



Helios – Sol



Deméter y Perséfone


A veces se hacen indiscernibles las Horas como partes del día, de las Estaciones. La única diferencia apreciable es su número: doce en el primer caso y tres en el segundo. Sin embargo, los griegos por afincarse en el Mediterráneo, reconocían las cuatro estaciones que la Climatología consagra.

Sucede que las Horas eran las diosas de las partes naturales del tiempo que presidían las revoluciones de las constelaciones celestes y guardaban las puertas del Olimpo. Esto hacían mientras sus tres hermanas: las Moiras (las Parcas) hilaban y tejían la red del destino humano, como cuenta Homero.



Moiras o Parcas: Clotho, Átropos y Láquesis


Las Horas fueron adoradas especialmente por los agricultores, que cuidaban sus cultivos según el tiempo que ellas marcaban. En este sentido Eunomia corresponde al Buen Orden, dado por la Buena Norma que hace crecer el buen pasto.

Irene, la Paz coincide con la Primavera y Diké con la Justicia y la Ley. En su conjunto representaban las condiciones necesarias para la prosperidad de los cultivos. Esta asociación se da también con Zeus (Júpiter) y Deméter (Ceres).




    Irene (Paz)          



 Irene 

                        
                   
Diké - Justicia



Eunomia - La buena Ley



En Atenas la Hora de la Primavera acompañaba a Perséfone en su ascenso desde el mundo subterráneo del Hades, cuando se abría la cámara de las Horas, pues la Primavera estaba por llegar. Sus atributos eran las flores y las fragancias, la frescura y la gracia.

Las Horas son diosas amables y benevolentes que proveen a dioses y hombres bienes buenos y deseables. Homero compara el curso de las Horas con la danza de las Gracias, Hebe, Armonía y Afrodita, que acompañan al coro de las Musas, mientras Apolo ejecuta la lira.



Dionisos y Las Horas




Dionisos y Las Horas


Así se da en el Panteón primitivo. En el más moderno ellas son las diosas del orden en general y de la Justicia, pues los conceptos evolucionaron desde lo físico (natural) a lo ético. Así la influencia que las Horas tenían en la Naturaleza fue trasladada posteriormente a la vida humana.

Huellas de esta transición pueden verse en Hesíodo, cuando las menciona dando al Estado leyes buenas, justicia y paz. Él las identifica con los nombres de Eunomia, Diké e Irene y las señala como hijas de Zeus y Temis. 



Themis en el Consejo con Zeus y Atenea



Themis y Egeo




Themis – La Ley


El tiempo transcurrido hizo que la transformación fuese cualitativa (de lo material a lo ético) y cuantitativa, pues se las cuenta en número de dos (la forma más antigua) a doce, pasando por diez, cuatro y la cantidad más frecuente : tres, como las Gracias o Cárites, las hijas de Venus (Talía, Eufrosine y Aglaia) y las Moiras (Láquesis, Cloto y Atropos).





Las Gracias - Cárites




Las Cárites



Esto hace que haya mucha confusión con respecto a las Horas. Y cuando se intenta hacer una lista para poner orden en ese caos, se incluye como tercera hora del día a la Música.

Pero, pese al avatar sufrido, nos quedan conceptos claros referidos a la buena ley (Eunomia), la Justicia (Diké) y la Paz (Irene). Y también testimonios de las obras de Arte en que ellas (las Horas) aparecen como jóvenes doncellas, portadoras de productos estacionales, como símbolo polisémico de la bondad, generosidad y fertilidad de la Naturaleza, recuerdo y evocación de un pasado poblado de divinidades propias de una cultura agrícola.