lunes, 26 de marzo de 2012

El arte de la esquina
Boletín Mensual Nº 56 - Año 5
Marzo 2012

Frida Kahlo


SUMARIO

La Estética del Romanticismo (Décima Parte)

A la memoria  desgraciada del joven literato Don Mariano José de Larra



8 de marzo Día Internacional de la mujer. Poemas de Carolina Coronado





La Estética del Romanticismo (Décima Parte)
Lic. Alicia Grela Vázquez

El Romanticismo literario en España tiene muchas voces que cantan romances, como las de José Zorrilla, Carolina Coronado y Gertrudis Gómez de Avellaneda. A José Zorrilla se le conoce a partir de "Ese vago clamor que rasga el viento"...pero merece ser recordado por otros poemas como "Los cantos del trovador" y "Las flores perdidas".



José Zorrilla


Sus trabajos teatrales destacan a "Don Juan Tenorio", sobre todos los demás.





Entre las poetisas románticas se destaca Carolina Coronado. Su casa madrileña se constituye en lugar de tertulias políticas y literarias, al casarse con un diplomático de los Estados Unidos de América.




Carolina Coronado - Museo del Prado - Federico de Madrazo


Su poesía es a la vez apasionada y delicada, como puede apreciarse en el mejor conocido de sus poemas:


El amor de los amores

Carolina Coronado

          I
¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti ¡dulce amor mío!
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?...

A ti, sin nombre para mí en la tierra
¿cómo te llamaré con aquel nombre,
tan claro, que no pueda ningún hombre
confundirlo, al cruzar por esta sierra?

¿Cómo sabrás que enamorada vivo
siempre de ti, que me lamento sola
del Gévora que pasa fugitivo
mirando relucir ola tras ola?

Aquí estoy aguardando en una peña
a que venga el que adora el alma mía;
¿por qué no ha de venir, si es tan risueña
la gruta que formé por si venía?

¿Qué tristeza ha de haber donde hay zarzales
todos en flor, y acacias olorosas,
y cayendo en el agua blancas rosas,
y entre la espuma lirios virginales?

Y ¿por qué de mi vista has de esconderte;
por qué no has de venir si yo te llamo?
¡Porque quiero mirarte, quiero verte
y tengo que decirte que te amo!

¿Quién nos ha de mirar por estas vegas
como vengas al pie de las encinas,
si no hay más que palomas campesinas
que están también con sus amores ciegas?

Pero si quieres esperar la luna,
escondida estaré en la zarza-rosa,
y si vienes con planta cautelosa
no nos podrá sentir paloma alguna.

Y no temas si alguna se despierta,
que si te logro ver, de gozo muero,
y aunque después lo cante al mundo entero,
¿qué han de decir los vivos de una muerta?
          II
Como lirio del sol descolorido
ya de tanto llorar tengo el semblante,
y cuando venga mi gallardo amante,
se pondrá al contemplarlo entristecido.

Siempre en pos de mi amor voy por la tierra
y creyendo encontrarle en las alturas,
con el naciente sol trepo a la sierra;
con la noche desciendo a las llanuras.

Y hallo al hambriento lobo en mi camino
y al toro que me mira y que me espera;
en vano grita el pobre campesino
«No cruces por la noche la ribera».

En la sierra de rocas erizada,
del valle entre los árboles y flores,
en la ribera sola y apartada
he esperado el amor de mis amores.

A cada instante lavo mis mejillas
del claro manantial en la corriente,
y le vuelvo a esperar más impaciente
cruzando con afán las dos orillas.

A la gruta te llaman mis amores;
mira que ya se va la primavera
y se marchitan las lozanas flores
que traje para ti de la ribera.

Si estás entre las zarzas escondido
y por verme llorar no me respondes,
ya sabes que he llorado y he gemido,
y yo no sé, mi amor, por qué te escondes.

Tú pensarás, tal vez, desdeñosa
por no enlazar mi mano con tu mano
huiré, si te me acercas, por el llano
y a los pastores llamaré medrosa.

Pero te engañas, porque yo te quiero
con delirio tan ciego y tan ardiente,
que un beso te iba a dar sobre la frente
cuando me dieras el adiós postrero.
          III
Dejaba apenas la inocente cuna
cuando una hermosa noche en la pradera
los juegos suspendí por ver la luna
y en sus rayos te vi, la vez primera.

Otra tarde después, cruzando el monte,
vi venir la tormenta de repente,
y por segunda vez, más vivamente
alumbró tu mirada el horizonte.

Quise luego embarcarme por el río,
y hallé que el son del agua que gemía
como la luz, mi corazón hería
y dejaba temblando el pecho mío.

Me acordé de la luna y la centella
y entonces conocí que eran iguales
lo que sentí escuchando a los raudales,
lo que sentí mirando a la luz bella.

Vago, sin forma, sin color, sin nombre,
espíritu de luz y agua formado,
tú de mi corazón eras amado
sin recordar en tu figura al hombre.

Ángel eres, tal vez, a quien no veo
ni lograré, jamás, ver en la tierra,
pero sin verte en tu existencia creo,
y en adorarte mi placer se encierra.

Por eso entre los vientos bramadores
salgo a cantar por el desierto valle,
pues aunque en el desierto no te halle,
ya sé que escuchas mi canción de amores.

Y ¿quién sabe si al fin tu luz errante
desciende con el rayo de la luna,
y tan sola otra vez, tan sola una,
volveré a contemplar tu faz amante?

Mas, si no te he de ver, la selva dejo,
abandono por siempre estos lugares,
y peregrina voy hasta los mares.
A ver si te retratas en su espejo.


          IV
He venido a escuchar los amadores
por ver si entre sus ecos logro oírte,
porque te quiero hablar para decirte
que eres siempre el amor de mis amores.

Tú ya sabes, mi bien, que yo te adoro
desde que tienen vida mis entrañas,
y vertiendo por ti mares de lloro
me cansé de esperarte en las montañas.

La gruta que formé para el estío
la arrebató la ráfaga de octubre...
¿qué he hacer allí sola al pie del río
que todo el valle con sus aguas cubre?

Y ¡oh Dios! quién sabe si de ti me alejo
conforme el valle solitario huyo,
si no suena jamás un eco tuyo
ni brilla de tus ojos un reflejo.

Por la tierra ¡ay de mí! desconocida,
como el Gévora, acaso, arrebatada
dejo mi bosque y a la mar airada
a impulso de este amor corro atrevida.

Mas si te encuentro a orilla de los mares
cesaron para siempre mis temores,
porque puedo decirte en mis cantares
que tú eres el amor de mis amores.
          V
Aquí tu barca está sobre la arena:
desierta miro la extensión marina:
te llamo sin cesar con tu bocina
y no pareces a calmar mi pena.

Aquí estoy en la barca triste y sola
aguardando a mi amado noche y día;
llega a mis pies la espuma de la ola,
y huye otra vez, cual la esperanza mía.

¡Blanca y ligera espuma trasparente,
ilusión, esperanza, desvarío,
como hielas mis pies con tu rocío
el desencanto hiela nuestra mente!

Tampoco es el mar a donde él mora,
ni en la tierra ni el mar mi amor existe:
¡Ay! dime si en la tierra te escondiste
o si dentro del mar estás ahora.

Porque es mucho dolor que siempre ignores
que yo te quiero ver, que yo te llamo
sólo para decirte que te amo,
¡que eres siempre el amor de mis amores!



          VI
Pero te llamo yo, ¡dulce amor mío!
como si fueras tu mortal viviente,
cuando sólo eres luz, eres ambiente,
eres aroma, eres vapor del río.

Eres la sombra de la nube errante,
eres el son del árbol que se mueve,
y aunque a adorarte el corazón se atreve,
tú solo en la ilusión eres mi amante.

Hoy me engañas también como otras veces;
tú eres la imagen que el delirio crea,
fantasma del vapor que me rodea
que con el fuego de mi aliento creces.

Mi amor, el tierno amor por el que lloro
eres tan solo tú ¡señor Dios mío!
Si te busco y te llamo, es desvarío
de lo mucho que sufro y que te adoro.

Yo nunca te veré, porque no tienes
ser humano, ni forma, ni presencia:
yo siempre te amaré, porque en esencia
a el alma mía como amante vienes.

Nunca en tu frente sellará mi boca
el beso que al ambiente le regalo;
siempre el suspiro que a tu amor exhalo
vendrá a quebrarse en la insensible roca.

Pero cansada de penar la vida,
cuando se apague el fuego del sentido,
por el amor tan puro que he tenido
tú me darás la gloria prometida.

Y entonces al ceñir la eterna palma,
que ciñen tus esposas en el cielo,
el beso celestial, que darte anhelo,
llena de gloria te dará mi alma.


Esta autora reivindica el papel de la mujer en la Literatura. También incursiona en el género teatral y el la novela: "Paquita, la luz del Tajo", "La siega", "El cuadro de la esperanza". Con ella se destaca Gertrudis Gómez de Avellaneda. Su lírica, de reconocida belleza, es conocida desde su obra inicial publicada bajo el pseudónimo de La Peregrina.


Gertrudis Gómez de Avellaneda - Federico de Madrazo - 1857


Su novela "Sab" es de temática antiesclavista y su tratamiento anterior a la más difundida "La cabaña del tío Tom" de Harriet Beecher- Stowe de origen norteamericano.








También se expresa en el género dramático con las tragedias: "Baltasar" y "Saúl". Para muchos críticos literarios ella es la poetisa más notable de su tiempo.

El Romanticismo en oras regiones de España, cuenta con representantes de enorme valor en las comunidades catalana y gallega especialmente.

En la primera, Pablo Piferrer, barcelonés, escribe en prosa y verso en castellano. Sus poemas fueron publicados en forma póstuma.




Su aprecio por la lírica popular le hace editar una colección de cantos tradicionales.




En la segunda, Rosalía de Castro, compostelana, representa con Gustavo Adolfo Bécquer, al Romanticismo tardío español. Ella es la figura del posromanticismo. Sus poemas profundamente subjetivos manifiestan la tristeza de su tierra y su gente. "En las orillas del Sar. Cantares gallegos" es su único libro escrito en castellano. Pese a esto es una gran exponente de la lírica española romántica.






A la memoria  desgraciada del joven literato Don Mariano José de Larra
José Zorrilla

"Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.

Acabó su misión sobre la tierra,
y dejó su existencia carcomida,
como una virgen al placer perdida
cuelga el profano velo en el altar.
Miró en el tiempo el porvenir vacío,
vacío ya de ensueños y de gloria,
y se entregó a ese sueño sin memoria,
¡que nos lleva a otro mundo a despertar!


Era una flor que marchitó el estío,
era una fuente que agotó el verano:
ya no se siente su murmullo vano,
ya está quemado el tallo de la flor.
Todavía su aroma se percibe,
y ese verde color de la llanura,
ese manto de yerba y de frescura
hijos son del arroyo creador.

Que el poeta, en su misión
sobre la tierra que habita,
es una planta maldita
con frutos de bendición.

Duerme en paz en la tumba solitaria
donde no llegue a tu cegado oído
más que la triste y funeral plegaria
que otro poeta cantará por ti.
Ésta será una ofrenda de cariño
más grata, sí, que la oración de un hombre,
pura como la lágrima de un niño,
¡memoria del poeta que perdí!

Si existe un remoto cielo
de los poetas mansión,
y sólo le queda al suelo
ese retrato de hielo,
fetidez y corrupción;
¡digno presente por cierto
se deja a la amarga vida!
¡Abandonar un desierto
y darle a la despedida
la fea prenda de un muerto!

Poeta, si en el no ser
hay un recuerdo de ayer,
una vida como aquí
detrás de ese firmamento...
conságrame un pensamiento
como el que tengo de ti."







 

8 de marzo Día Internacional de la mujer
Poemas de Carolina Coronado

La poetisa en un pueblo

"¡Ya viene, mírala! ¿Quién?
–Esa, que saca las coplas.
–Jesús, qué mujer tan rara.
–Tiene los ojos de loca.
Diga V., don Marcelino,
¿será verdad que ella sola
hace versos sin maestro?
–¡Qué locura!, no señora;
anoche nos convencimos
de que es mentira, en la boda:
si tiene esa habilidad
¿por qué no le hizo a la novia,
siendo tan amiga suya
décimas o alguna cosa?
–Una décima, es preciso
dije el novio está empeñado:
«ustedes se han engañado
me respondió, no improviso.»
–Siendo la novia su amiga,
vamos, ¿no ha de hacerla usted?–
«Pero por Dios, si no sé,
¿no basta que yo lo diga?»
La volvimos a rogar,
se levantó hecha una pólvora,
y en fin, de que vio el empeño
se fue huyendo de la boda.
Esos versos los compone
otra cualquiera persona,
y ella luego, por lucirse,
sin duda se los apropia.
–Porque digan que es romántica.
–¡Qué mujer tan mentirosa!
–Dicen que siempre está echando
relaciones ella sola.
–Se enseñará a comedianta.
–Ya se ha sentado ¡la mona!
Más valía que aprendiera
a barrer que a decir coplas.
–Vamos a echarla de aquí.
–¿Cómo? –Riéndonos todas.
–Dile a Paula que se ría.
–Y tú a Isabel, y tú a Antonia.
Ja ja ja ja ja ja ja.
Ya mira, ya se incomoda.
Ya se levanta y se va…
¡Vaya con Dios la gran loca!"
1845.


Cantad, hermosas

"Las que sintáis, por dicha, algún destello
del numen sacro y bello,
que anima la dulcísima poesía,
oíd: no injustamente
su inspiración naciente
sofoquéis en la joven fantasía.
Si en el pasado siglo intimidadas
las hembras desdichadas,
ahogaron entre lágrimas su acento,
no es en el nuestro mengua,
que en alta voz la lengua
revele el inocente pensamiento.
Do entre el escombro de la edad caída,
aun la voz atrevida,
suena, tal vez, de intolerante anciano,
que en áspera querella
rechaza de la bella
el claro ingenio, cual delirio insano.
Mas ¿qué mucho que sienta la mudanza
quien el recuerdo alcanza
de la edad en que al alma femenina
se negaba el acento,
que puede, por el viento,
libre exhalar la humilde golondrina?
Aquellas mudas turbas de mujeres,
que penas y placeres
en silencioso tedio consumían,
ahogando en su existencia
su viva inteligencia,
su ardiente genio, ¡cuánto sufrirían!
¡Cuál de su pensamiento la corriente,
cortada estrechamente
por el dique de bárbaros errores,
en pantano reunida,
quedara corrompida
en vez de fecundar campos de flores!
¡Cuánto lozano y rico entendimiento,
postrado sin aliento,
en esos bellos cuerpos juveniles,
feneció, tristemente,
miserable y doliente,
desecado en la flor de los abriles!
¡Gloria a los hombres de alma generosa,
que la prisión odiosa
rompen del pensamiento femenino!
¡Gloria a la estirpe clara
que nos guía y ampara
por nuevo anchurosísimo camino!
Lágrimas de entusiasmo agradecidas,
en sus manos queridas,
viertan los ojos en ofrenda pura:
pues, sólo con dejarnos,
cantando consolarnos
nos quitan la mitad de la tristura.
¡Oh cuánto es más dichosa el alma mía,
desde que el arpa fía
sus hondos concentrados sentimientos!
¡Oh cuánto alivio alcanzo,
desde que al aire lanzo,
con expansión cumplida, mis acentos!
Yo de niña en mi espíritu sentía
vaga melancolía
de secreta ansiedad, que me agitaba;
mas, al romper mi canto,
cien veces, con espanto,
en la mente infantil lo sofocaba.
Que entonces, en mi tierra, parecía
la sencilla poesía
maléfica serpiente cuyo aliento
dicen, que marchitaba
a la joven que osaba
su influjo percibir sólo un momento.
¿Cómo a la musa ingenua y apacible,
bajo el disfraz terrible,
con que falsa nos muestra antigua gente
su cándida hermosura,
pudiera sin pavura
conocer y adorar antes la mente?
¡Qué rara maravilla y qué alegría
sintió mi fantasía
cuando mudada vio la sierpe fiera
en niña mansa y pura,
tan llena de ternura,
que no hay otra más dulce compañera!
¡Cuál mi embeleso fue, cuando a su lado
mi espíritu mimado
y en su inocente halago suspendido,
suavísimas las horas
tras de voces sonoras,
pasó vagando en venturoso olvido!
Decid a los que el odio en ella ensañan,
que viles os engañan
esa deidad al calumniar osados;
decidles, que no es ella
la que infunde a la bella
afectos en el alma depravados.
Si brota en malos troncos injertada
será porque arrancada
del primitivo suelo con violencia
de la rama en que vive,
a su pesar recibe
el venenoso jugo su existencia.
Empero, no esa flor alba y hermosa
aroma perniciosa
de la doncella ofrece a los sentidos;
a los que tal dijeron,
decidles que mintieron
como necios y torpes y atrevidos.
Y aquellas que sintáis algún destello
del numen sacro y bello,
que anima la dulcísima poesía,
llegad tranquilamente,
y en su altar inocente
rendid vuestro homenaje de armonía.
Hallen los pensamientos oprimidos,
que ulceran los sentidos,
giro en la voz y en nuestras almas, ecos,
si con silencio tanto
de ese mudo quebranto
los corazones ya no tenéis secos.
Cántenos su infortunio cada bella,
que si la pena de ella
penetra con su ciencia, acaso, el mundo,
mejor que los doctores
explica sus dolores
con agudo gemir, el moribundo.
Dichas, amores, penas, alegrías,
lloros, melancolías,
trovad, al son de plácidos laúdes,
mas ¡ay de la cantora
que a esa región sonora
suba sin inocencia y sin virtudes!
Pues, en vez de quedar su vida impura
bajo de losa oscura
en silencioso olvido sepultada,
con su genio y su gloria,
de su perversa historia
eterno hará el baldón, la desdichada.
Cante la que mostrar la erguida frente
pueda serenamente
sin mancilla a la luz clara del cielo;
cante la que a este mundo
de maldades fecundo
venga con su bondad a dar consuelo.
Cante la que en su pecho fortaleza
para alzar con pureza
su espíritu al excelso templo, halle:
pero, la indigna dama
huya la eterna fama,
devore su ambición, se oculte y calle."
1846.