domingo, 30 de noviembre de 2014

El arte de la esquina
Boletín Mensual N° 88-Año VIII

Noviembre de 2014



Minotauro - Elsa Sposaro



SUMARIO


Apuntes para Una Estética del Impresionismo (parte XIII)
El Minotauro
Peto de ánimas


Apuntes para una Estética del Impresionismo (parte XIII)
Texto: ALic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


El poeta Charles Baudelaire, hacia 1840, insta al artista a reflejar las graves contradicciones, abusos y explotaciones del capitalismo. En “Las Flores del Mal” compara al artista con el albatros.

El albatros

Por divertirse, a veces, suelen los marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares,
que siguen,de su viaje lánguidos compañeros,
al barco en los acerbos abismos de los mares.

Pero sobre las tablas apenas los arrojan,
esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,
sus grandes alas blancas míseramente aflojan,
y las dejan cual remos caer a sus costados.

¡Qué zurdo es y qué debil ese viajero alado!
Él, antes tan hermoso, ¡qué cómico en el suelo!
Con una pipa uno el pico le ha quemado,
remeda otro, renqueando, del inválido el vuelo.

El Poeta es como ese príncipe del nublado
que puede huír las flechas y el rayo frecuentar;
en el suelo, entre ataques y mofas desterrado,
sus alas de gigante le impiden caminar.



























Su vinculación con el mundo de la plástica lo inspira para componer los versos para el retrato de Honoré Daumier.

Este cuyo rostro aquí ves,
y cuyo sutilísimo arte
irónica enseñanza imparte,
éste, lector, un sabio es.



Honoré Daumier


Y el mismo « poeta maldito » en el apartado de los Sueños Parisienses, expone « Cuadros Parisinos ». Y, además, en su ensayo “El heroísmo de la vida moderna”, publicado en 1863, habla del acuarelista Constantin Guys.



Constantin Guys - Nadar




Muchachas en el balcón - Guys


Por su parte, Boudin escribe en 1868 que desea encontrar la manera de hacer aceptables a los hombres con abrigo y a las mujeres con impermeables…(los burgueses).



Eugenio Boudin




Escenas de playa - Boudin


Los hechos políticos de 1871 Manet los muestra en una de sus obras más comprometidas:”Música en los jardines de las Tullerías”, en la que da un testimonio artístico inobjetable de tal situación.

Los Impresionistas plasman los acontecimientos con los que comienza la década del setenta, los que le anteceden y suceden inmediatamente, como el resto de los temas de la vida moderna. Corrientemente dan cuenta de ellos de una manera desapasionada.

Aunque algunos de los artistas reconocen la división de clases, muchos evitan el comentario ideológico. Otros se comprometen en una activa militancia. Tal es el caso de C. Pissarro, quien participa activamente en círculos anarquistas. Desde esa posición se hace eco de los campesinos de Millet, adoptando un compromiso político.



Autorretrato - Pissarro


Es por eso que al Impresionismo se le considera como una forma revolucionaria del arte en la técnica, el tema de sus obras y, según algunos de sus representantes, también en la política.

El arte revolucionario no necesita ser panfletario, pero, según Peter Kropotkin, la propaganda es el medio natural para él. Otros anarquistas creen que la función del artista es subvertir el orden estético establecido dominante en su época y, análogamente, la del político es revertir el estado.



Peter Kropotkin


Con sus disparidades y pese a ellas el Impresionismo logra el éxito hacia l880 y comienza a exponer en otros países, fuera de Francia. Es entonces cuando aparecen como mecenas los aristócratas. El arte impresionista se les presenta a los nobles como una excelente inversión. El lucro mueve también a marchantes independientes. Entre ellos, el principal es Paul Durand-Ruel.



Paul Durand-Ruel - Renoir


Claro que el compositor Chabrier y el cantante Faure, por ser amigos de artistas impresionistas, también compran sus obras.



Emanuel Chabrier




Gabriel Faure


Es ése el momento en que Hipólito Taine elabora la Filosofía Positivista. Su idea de los factores determinantes del destino del hombre y su interés por la Psicología de la Percepción coinciden con la intención de los impresionistas por mostrar el entorno cotidiano. A todo esto se suma su actitud reduccionista, cientificista y antimetafísica.



Hipólito Taine





EL MINOTAURO
Lic. Alicia Grela Vázquez

Son variadas las fuentes que cuentan que la reina de Creta (la esposa de Minos) apasionada por el Toro Blanco de Neptuno, pidió a Dédalo que le fabricara un dispositivo para posibilitar la ansiada unión con la bestia. El ingeniero lo construyó y fue merced a ese artefacto que Pasifae engendró al Minotauro.




El rey burlado, para proteger al monstruoso híbrido (al que no podía eliminar, sin provocar la ira de Poseidón) o para esconder su vergüenza por el engaño, también buscó la solución en el ingenioso Dédalo.

Pero esta vez el monarca le llamó como arquitecto. Debía hacer para la criatura una casa que la mantuviese a salvo, a reparo de los curiosos, los maledicentes y los dañinos predadores, al tiempo que evitara la protesta de sus nobles vecinos por la desaparición de los suyos, ultimados por el extraño caníbal.

El edificio que el eficiente constructor levantó, con ayuda de su hijo Ícaro, fue el laberinto. (Cabe decir que el Palacio-Templo de Cnosos, construido en la Edad de Bronce, tenía ese diseño.)






 Cuando los artífices terminaron de erigir la Casa de Asterión, fueron confinados para impedir que divulgaran el secreto que encerraba. Cera y plumas, tiempo e inteligencia hicieron posible que armaran alas para su liberación. Enseñanza y aprendizaje de vuelo los consagraron como orgánicos volátiles (con suplementos artificiales). Pero, la imprudencia, la audacia y la temeridad del asistente hicieron que usara esos instrumentos para acercarse, en solitario, al sol.

El calor que irradiaba Helios derritió el pegamento, que ya no fue aglutinante y la caída del joven entusiasta fue inevitable, y con ella se perdió una vida prometedora de muchos logros técnicos en el futuro.  El talentoso Dédalo, esforzado instructor y padre amante perdió a un tiempo a su aprendiz y continuador.





Indudablemente ha sido un hecho lamentable originado en otros que también lo fueron y que pudieron haber comenzado con el rapto de Europa, la princesa fenicia, que tras la violación consumada por Zeus, dio a luz a Minos.






Este penoso acontecimiento es el eslabón al que se enlazaron muchos otros, penosísimos, como la Guerra entre Creta y Atenas. Al respecto los poetas cuentan que Androgeo de Creta fue a Atenas para participar de una Olimpíada. Sus competidores atenienses, envidiando su destreza y temiendo sucumbir ante ella, lo asesinaron.






Por esa razón Minos emprendió una campaña punitiva como represalia. El monarca isleño atacó con éxito, pues venció a Atenas al hallarla desprevenida. Esta ciudad derrotada en la rendición se vio obligada a aceptar como condición, la entrega, cada nueve años, siete doncellas y el mismo número de jóvenes  varones,  de las principales familias, con la doble finalidad: para ofrecer al Minotauro  entretenimiento  (bajo la forma de tiernos manjares) y debilitar al estado ofensor. Esta contienda ejemplifica simbólicamente la sumisión de Atenas a la belicosa Creta.

El rey de Atenas, para evitar que su hijo fuera uno de los infortunados expedicionarios marítimos, lo alejó del trono y lo crió ignorante del tema. Al crecer Teseo, fue informado de su origen y se ofreció voluntariamente para viajar con los que habrían de cumplir con el resarcimiento impuesto por los vencedores.

Llegada la nave a la isla con el contingente de los que iban a morir, comenzaron los festejos con los que fueron homenajeados los condenados. Durante las fiestas y agasajos  de la recepción las hijas de Minos: Fedra  y Ariadna se enamoraron del visitante y le ofrecieron su ayuda para vencer a Asterión: la espada (o el puñal) para matarlo y el hilo conductor para salir sano y salvo del laberinto. Ambas huyeron con el matador, cuando éste dio muerte al Minotauro y liberó a Atenas del yugo minoico y su talasocracia. Aquí tiene lugar la gran pérdida, la de ese único ser que los aedas antiguos rescataron y escritores contemporáneos lamentaron (como Borges y Cortázar).



                                                     Teseo, Minotauro y Ariadna



Era de presumir que con la violación disfrazada de su madre, por el designio divino (que le hizo ansiar la unión con el Toro Blanco) su destino trágico estaba marcado. Murió en la carne y los huesos. Pero, no obstante pervive aún en la memoria colectiva. Tras su ejecución la ira de Poseidón hizo naufragar a la embarcación de los héroes triunfantes. Encalló en una isla, antes de llegar al puerto del Pireo. 

Cuando la marea lo permitió (en la pleamar) Teseo (que no pudo esperar más por no caer nuevamente en la bajamar) levó anclas y partió, sin considerar el cambio de velas acordado como indicador del éxito (o fracaso). Así abandonó y perdió a Ariadna (quien se quedó con Baco – Dionisos).



Ariadna y Baco


También el ejecutor perdió a su padre, quien creyó que su hijo había muerto y decidió suicidarse arrojándose a las aguas del mar, que desde entonces tomó su nombre: Egeo. Su entrega pudo interpretarse como anuncio del posterior dominio griego de la región y el doloroso ocaso de los minoicos.



                                                                     Ritón de oro




PETO DE ÁNIMAS
Lic. Alicia Grela Vázquez



No debí salirme del camino tras ver el Peto de ánimas. Ese monumento religioso semejante a un altar de piedra me atrajo fuertemente hacia él. Exhibía la figura de un santo, que en la penumbra no alcancé a distinguir cuál era. Apenas si divisé una cruz en lo alto.

Sabía que en el frente tenía un peto en el cual depositar las limosnas de distinto género para ayudar a las almas cautivas del Purgatorio.

Consideré la construcción desde la perspectiva que la Arqueología me facilitaba como una coraza protectora ante el arcano. Estaba ante una manifestación del culto a los muertos, de las muchas que nuestra cultura, singular híbrido de la celta y la cristiana, aún conserva.

En otros recorridos les había  visto a plena luz del día, en sitios de especial recogimiento, como los atrios de las iglesias, conventos, monasterios y abadías. Aunque es posible hallarles también en algunos cruces de caminos.

La noche, que era la de los Fieles Difuntos, oscurecía mi pensamiento y avivaba mi imaginación. Me detuve. Dejé una improvisada contribución y me alejé considerando que, si bien esta costumbre casi se ha perdido, no me haría mal respetarla.

No debí salirme del camino.


No.