martes, 22 de julio de 2014

El arte de la esquina
Boletín mensual Nº 84-Año VII


Julio  de 2014


                                                  L'Hermitage à Pontoise - Pissarro

SUMARIO

Apuntes para una Estética del Impresionismo (IX parte)
La víctima



Apuntes para una Estética del Impresionismo (IX Parte)
Texto:Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


A Claude Monet se le considera como el más consecuente de los pintores impresionistas, al extremar su búsqueda de la luz, según el ojo humano la percibe. 


Retrato de Monet - Renoir


Para esto reproduce un mismo tema, según distintas condiciones atmosféricas y alturas del sol sobre el horizonte, a diferentes horas del día, produciendo series.


Nenúfares - Monet



Nenúfares - Monet


Aunque se forma como pintor de porcelanas, por un tiempo intenta conciliar la percepción espontánea con la composición de figuras en gran escala, siguiendo la idea de Manet.

Luego, con Renoir decide pintar cuadros pequeños. Son suyos los primeros cuadros impresionistas. Luego el asunto pierde importancia. Monet escribe: “Hay que tratar de olvidar qué objeto uno tiene delante de sí y dejar constancia sólo de las formas coloreadas que uno puede ver.”


Impresión del sol naciente - Monet


Su libertad creativa se muestra especialmente en sus últimas obras, que por eso son un antecedente  para el arte abstracto moderno coincidiendo con Cèzanne.



                                                    Der Rosenweg en Giverny


El único pintor impresionista que participa de las ocho exposiciones es Pissarro. Desde Pontoise, campo en las afueras de París, pinta campesinos trabajando y escenas fluviales.



Retrato de Camille Pissarro


Sin embargo, en la década del setenta usa su estudio para sus óleos más ambiciosos, como “La côte des boeufs dans l´Hermitage”.



La côte des boeufs dans l´Hermitage - Pissarro


En los ochenta, sus problemas visuales lo obligan a trabajar en el taller. Además, según él mismo expresa, solo desde allí y a través de la ventana puede dar a su obra la unidad intelectual que pretende.

Sus paisajes, de pincelada flexible (en forma de coma) los traza con colores fuertes, como en “Paisaje de Chaponval” y “La estación de Penge”. En ellos resplandece la luz.



                                               Paisaje en Chaponval - Pissarro


Al igual que Degas, hasta avanzada edad continúa siendo un creador prolífico. La gran ironía es que un buscador de la luz, luego de plasmarla en sus obras, se ve privado de ella. Y el agravante es que esto sucede en la Ciudad Luz.

De ella Charles Baudelaire dice (por los cambios en su traza) : “El viejo París no existe. La forma de una ciudad cambia más de prisa, ¡ay! que el corazón de un mortal.”



Charles Baudelaire



La capital del mundo es verdaderamente cosmopolita y reúne  (como en la obra “Música en las Tullerías” de Manet) no solo a pintores, sino también a críticos de Arte, inspectores de museos, periodistas, poetas y músicos.



Música en las Tullerías - Manet


Entre estos últimos hay ejecutantes y compositores, como Offenbach, creador de música incidental de gran éxito, como : “Orfeo en los infiernos”, “La bella Helena” y “La vida parisina”.


                                                                

La víctima

Texto:Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


¿Qué te he de decir yo, en las circunstancias profundamente dolorosas y angustiantes en que estás? Estas aberrantes ofensas provocan, quizás por el miedo, silencio y parálisis. No hay lugar al que puedas escapar, para refugiarte, ni panacea que alivie tu sufrimiento. Pero aún queda el grito, si no el propio, el de alguien más.

Te contaré algo, que tal vez ahora no puedas apreciar, pero que posiblemente te ayude a superar esta caótica situación, al verte en el espejo de otra infortunada víctima. Mi narración toma como base el relato que ella misma hiciera, en distintos momentos a distintos poetas, para que con su palabra iluminasen la oscuridad que sobre ella (y muchas otras) cayó de pronto.

En tiempos muy remotos, hace de esto mucho, en un lugar  próximo al Egeo, el gran Zeus (Júpiter), en su intento frustrado por violar a Asteria, provocó que ella, para evitarlo, se transformara en codorniz y luego se arrojara al mar. En medio del agua mutó nuevamente y se convirtió en la isla flotante, llamada Ortigia, nombre que aludía al ave de la cual provenía.


Zeus



Asteria



Isla Ortigia


La metamorfosis (la posibilidad de adoptar distintas formas a voluntad) era una propiedad que tenían los inmortales (entre los cuales ella se contaba) y que aprovechaban en su propio beneficio.

Hecha esta aclaración, continúo. Insatisfecho, su agresor tomó por la fuerza a su hermana Leto, (que los romanos conocieron como Latona), que en este acto concibió a los divinos mellizos: Artemisa (Diana) y Apolo (Febo).



Leto



Leto y los divinos mellizos



Enterada Hera (Juno) de la horrenda infidelidad de su esposo, que ya se había constituido como el dios supremo del panteón griego, comenzó a perseguir a aquella que consideró su rival, como hacen muchas mujeres, pero con más recursos.



Hera y Zeus


Pese a ser no sólo la diosa del hogar y el matrimonio, sino también de los nacimientos, sus celos pudieron más que sus títulos, quizás por lo reiterado de las humillaciones a las que su marido la sometía. Y, fiel a su único propósito (impedir el alumbramiento) prohibió a su hija Ilitía, (divinidad encargada de facilitar los partos) que atendiera a Leto.



Zeus e Ilitia



También prohibió que diese a luz en el continente, en tierra firme o en una isla. Es por eso que la infortunada Leto no encontró refugio en lugar alguno. Sin embargo,
en algunos pueblos se tenía la versión, según la cual, la desierta isla de Delos (la anteriormente mencionada como Ortigia) emergió y Latona dio a luz en ella, aferrándose a una rama de olivo, para no transgredir el mandato de la diva suprema.

Algunas referencias dadas por aedas antiguos y recordadas por las tradiciones populares afirman que los dioses se apiadaron de la parturienta y permitieron que naciera primeramente Artemisa (Diana) en Ortigia, -que los Olímpicos fijaron en el fondo marino con cuatro columnas- para que ayudara a su madre en el nacimiento de Apolo. Por este hecho la isla cambió su nombre anterior, por el de Delos (Brillante).

Para conseguir esto Zeus se valió de un ardid: envió a Bóreas a recoger a Leto y llevarla con el señor de los mares y hermano del supremo, el magnífico Poseidón (Neptuno). En colaboración con las olas hicieron una cúpula que cubrió el lugar, y así cumplir con el mandato de Hera.



Bóreas



Poseidón


Otras versiones cuentan que la deidad engañada y herida, en su afán de venganza, prohibió también  que la ultrajada diera a luz en parte alguna de la tierra o el océano, que el sol  (Helios) iluminara. En las formas mitológicas más antiguas, el astro rey es Helios y en las relativamente recientes esa misma función es cumplida, irónicamente, por Apolo (Febo), hijo de Leto.



Helios


Hera, para asegurarse de que el resultado fuese el deseado por ella, envió a Pitón, pera que le diese muerte en el parto. Sin embargo, entonces, pese a haberla perseguido, no la pudo asesinar y, por lo tanto, no cumplió con su cometido.



Pitón



Pero, es por esa razón que, además posibilitó su trágico final, pues cuatro días después de su nacimiento, Apolo de un certero flechazo, terminó con la vida de la serpiente hija de la titánide Gea (Tierra). Pese a todo, por su origen divino, se la recuerda en el Oráculo de Delos, en el nombre dado a las mediadoras ante el dios: las pitonisas.



Gea


Entre las penurias que en su ruta de escape debieron sufrir Leto y sus divinos mellizos (Artemisa y Apolo) se cuenta que, llegados a un estanque para beber, se lo impidieron unos campesinos, removiendo y enturbiando las aguas (por supuesto) instigados por la ira de la divinidad (Hera). Con todo, ellos recibieron el castigo de Zeus, el gran ofensor, que los convirtió en ranas para obligarlos a moverse en medio del lodo.



Campesinos convertidos en ranas - Georg Platzer


Hera, no cejó en su empeño destructor. Mucho se ha dicho de su ensañamiento. En él complicó no sólo a los dioses, sino también se valió de los humanos, como los participantes de este incidente.

Pese a todo y su infelicidad, Leto fue una grande y buena madre, que no sólo les dio vida a sus hijos, sino que los preservó. Ella  tuvo, tras sus muchas penurias, una gran satisfacción, sus hijos siempre la protegieron, como cuando dieron muerte al gigante Ticio, que intentó violarla. Además, obraron con una justicia natural, muy próxima a la venganza, con aquellos que la despreciaron y humillaron a su madre. La reivindicación le fue dada con exceso en sus divinos mellizos.


Apolo Ticio y Leto