jueves, 28 de enero de 2010

El arte de la esquina



Boletín "El arte de la esquina"


Boletín Nº 30 - Año III

Enero de 2010
 
 
                                 Violín Barroco

SUMARIO


La Estética del Barroco (Sexta Parte)

Molière

El enfermo imaginario

Las mujeres sabias


La Estética del Barroco (Sexta Parte)

Alicia Grela Vázquez


El término "barroco" en principio sólo se aplica a las Artes Plásticas. Sin embargo, a partir de las consideraciones de Eugenio D´Ors se tiene por Barroco a todo lo que no se mantiene fiel al ideal de la razón armoniosa de las proporciones y las reglas.
 
La monarquía es la que hace al Barroco. Los príncipes necesitan evidenciar el lujo en que viven y lo exigen a la nobleza. La aritocracia, el clero y la burguesía detentan enormes fortunas y constituyen la clientela de los artistas. La hidalguía de cuna va unida a la posesión de grandes extensiones de tierra. Los nobles son terratenientes, cuyas residencias son engalanadas en el Barroco por las Artes del Espacio para disfrutar de las del Tiempo, como la Música.
 
Así como en el Renacimiento la Reforma es un estímulo para las Literaturas de cada país y las formas populares de música religiosa, análogamente, la Contrarreforma lleva a las Artes a otro estilo: El barroco. Éste aporta a la Música la fuga como nueva forma de composición, que gira sobre un tema y su imitación, repetidos con cierto artificio por diferentes tonos.
 
Una de las partes o voces inicia sola su camino, como si huyese de las otras, que van luego persiguiéndola. Se le llama doble fuga cuando tiene dos motivos. Si tres, triple, y así sucesivamente.
 
Es Juan Sebastian Bach quien eleva a la fuga a un punto insuperable.
  

                                                 J. S. Bach
 
Mientras tanto surgen abundantemente los madrigales. Éstos son composiciones poéticas breves en las que se expresa un afecto o pensamiento delicado. Al principio se los escribe para cinco voces sin acompañamiento instrumental. En el Renacimiento son para una sola voz, pero no a cappella. Compositores no dedicados a la música religiosa toman poemas y les añaden la melodía de la frottola (antigua canción popular). Es informal pues al faltar instrumentos, las voces los sustituyen. Es el antecedente del madrigal.
En el siglo XVII el Barroco lo reinstaura acompañado por el bajo cifrado.
 
También se dan los motetes: composiciones musicales para cantar en las iglesias. Su base es el texto de las Escrituras.
 
Durante el Barroco en España nace la  zarzuela, así llamada porque por primera vez se la representa en el Real Sitio de la Zarzuela. Es una obra escénica intermedia entre el drama y la ópera, pues la declamación alterna con el canto. En habla hispana se la compara con la opereta italiana, el singapiel alemán y la comedia musical inglesa.
 




                                            Real Sitio de la Zarzuela - Madrid


 Los orígenes de la zarzuela se remontan al reinado de los Reyes Católicos, con las "Églogas" de Juan de la Encina; las "Farsas" de Lucas Fernández y "Los Autos" de Gil Vicente. La primera zarzuela debe ser considerada "La selva sin amor", égloga de Lope de Vega. La segunda es una comedia mitológica perteneciente a Calderón de la Barca, con música de Juan Hidalgo: "El jardín de Felerina".

Simultáneamente en Italia Monteverdi sienta las bases para el esquema musical moderno, al introducir innovaciones en la Armonía. La gran creación del Barroco es la Ópera. Monteverdi crea para la Corte de Mantua "Orfeo". Pero es en Venecia que el primer teatro lírico ve la luz.



                                           Claudio Monteverdi


                                           Orfeo



                                Monteverdi - Orfeo - Fotografía: Murdo Macleod

Los modelos vocales se presentan como música hablada: "Recitativos" que se desarrollan en una melodía más larga: "Aria".

Scarlatti logra dar en "Griselda" (su mejor creación) una forma más estilizada, que sirve de modelo a otros compositores.

                                                   Alessandro Scarlatti        




   Luego la ópera logra difundirse por Europa. En Francia consigue un estilo nacional con Jean Baptiste Lully, violinista de la Corte de Luis XIV, quien hace intervenir al  ballet e incluye minuetos, gavotas  zarabandas, en la composición de sus obras, como "Psique", "Galatea" y "Perseo".



                                                     Jean Baptiste Lully







En Inglaterra Henry Purcell compone "Dido y Eneas", sobre la base del mito del Ave Fénix.







En el campo instrumental las formas características que surgen en el Barroco son la Sonata, la Suite, y el Concierto. El Barroco italiano desarrolla además todas las formas instrumentales con los excepcionales compositores Arcángelo Corelli (creador de la música de Cámara) y Antonio Vivaldi.







Antonio Vivaldi

Gloria in excelsis Deo - King's College Choir:






La técnica para la fabricación de instrumentos de teclado da mayores posibilidades a los compositores y permite el lucimiento de organistas e intérpretes de clavicordio.




Viola


Tubería de órgano
Todo movimiento artístico tiene una etapa de características extraordinarias, exageradas y bizarras, esto es barrocas.
Molière

Jean Baptiste Poquelin - Molière



Jean Baptiste Poquelin (Molière) nació en París en 1622 y falleció el 17 de febrero de 1673. Fue un dramaturgo y actor francés. Su pseudónimo lo tomó en recuerdo del escritor francés Francois de Molière.


Nacido en el seno de una familia burguesa, hijo de un tapicero y camarista del rey, Molière estudió en el colegio de Clermont y obtuvo el título de abogado, pero desde pequeño se sintió fascinado por el teatro.


En 1643 fundó la compañía del Illustre-Theâtre, en la que actuó, produjo y dirigió obras que recorrieron toda Francia. Al regresar a París puso en escena sus primeras obras: Las preciosas ridículas y Sganarelle.


Sus sátiras acerca de la corrupción de la sociedad francesa despertaron gran conmoción y su obra fue prohibida en los teatros; Molière fue tildado de “demonio en sangre humana”, por la iglesia católica. El estado francés le cerró sus puertas hasta que finalmente en el año 1669, el Rey Luis XVI le permitió presentar sus obras en público. Luis XIV le dio su apoyo y le permitió utilizar ocasionalmente el Petit-Bourbon e incluso, en 1661, el teatro del Palacio Real.


Duro crítico de las costumbres y los prejuicios de la época, emplea la comedia de caracteres y la farsa, para dar un tono popular a sus obras, las cuales soportan la acción del tiempo y divierten y entretienen hasta nuestros días, habiendo creado figuras que se elevan con valor de símbolos de la naturaleza humana.


Representando su última obra (El enfermo imaginario) sufrió una hemoptisis y murió en escena. Debido a su oficio de comediante, se le negó la sepultura cristiana. Gracias a la intervención del rey, se le pudo enterrar más tarde en el cementerio de Saint-Joseph.


Sus obras más importantes:


Las preciosas ridículas (1659), Sganarelle  (1660), La escuela de los maridos (1661), La escuela de las mujeres (1662), Tartufo (1664),  El amor médico (1665), Don Juan o El convidado de piedra (1666), El misántropo (1666), El médico a palos (1666).


EL ENFERMO IMAGINARIO
ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA


El enfermo imaginario
 
ARGAN, solo en su alcoba y sentado a una mesa, ajusta con guitones las cuentas del boticario. Conversando consigo mismo, platica de este modo:

ARGAN. -Tres y dos cinco, y cinco, diez, y diez más, veinte... Tres y dos cinco.

"ltem, el día 24, una ayuda estimulante, preparatoria y emoliente, para ablandar, humedecer y refrescar las entrañas del señor." Lo que más me agrada de Fleurant, mi boticario, es su cortesía:


"Las entrañas del señor, seis reales." Pero eso no basta, amigo mío: a más de correcto, es preciso ser razonable y no desplumar a los pacientes. ¡Seis reales por una lavativa!... Ya sabéis cuánto me satisface complaceros; pero como en ocasiones anteriores me las habéis cobrado a cuatro reales, y en lenguaje de boticario cuando se dice veinte hay que entender diez, pongamos dos reales...


"Item, en el mismo día, según prescripción, una buena ayuda detersiva, compuesta de catalicón doble, ruibarbo, miel rosada y otros, para barrer, lavar y dejar limpio el bajo vientre del señor, seis reales." Con su permiso, abonaremos sólo dos.


"Item, en el mismo día anochecido, un jarabe hepático, soporífero y soñoliento, destinado a dormir al señor, siete reales." De esta partida no me puedo quejar, porque, en efecto, dormí a pierna suelta...


"Item, el día 25, una excelente pócima purgante, corroborante, compuesta de oasis fresco, sen levantino y otros, según receta del señor Purgon, destinada a expulsar y evacuar, la bilis del señor, dieciocho reales." ¡Ah, mi señor Fleurant, esto es ya una burla! Hay que tener consideración con los enfermos, de los cuales vivís; y como el señor Purgon no os habrá ordenado que pongáis dieciocho reales, cargaremos tan sólo doce, si no os molesta.


"Item, en el mismo día, una poción anodina y astringente, para procurar reposo al señor, seis reales." Bien...


"Item, el día 26, una ayuda carminativa para expulsar las ventosidades del señor, siete reales." Tres, señor Fleurant.


"ltem, la misma ayuda, repetida por la tarde, siete reales." Tres...


"Item, el día 27, un preparado enérgico, para estimular la expulsión y limpiar de males humores al señor, doce reales." Doce... Celebro que hayáis razonado en esta ocasión.


"Item, en el día 28, una toma de suero clarificado y azucarado, para dulcificar, lenificar, atemperar y refrescar la sangre del señor, veinte." Diez...


"Item, una poción cordial y preservativa, compuesta de doce gramos de bezoar, jarabes de limón y granada y otras hierbas, según prescripción, veinte reales." ¡Poco a poco, señor Fleurant!... ¡Abusando de este modo, no habrá nadie que quiera estar enfermo!... Conformaos con doce reales... Tres y dos cinco, y cinco, diez, y diez, veinte... Doscientos veintitrés reales, cuarenta céntimos y treinta maravedises. Resulta, pues, que en el mes corriente he tomado... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve medicinas; más una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce lavativas; mientras que en el mes anterior fueron doce medicinas y veinte ayudas. ¡Ahora me explico por qué no me encuentro este mes tan bien como el pasado! Se lo diré a Purgon para que me regularice el tratamiento... ¡A ver! Que se lleven todo esto de aquí... ¿No hay nadie?... ¡Por más que digo, siempre me han de dejar solo!... ¡No hay manera de conseguir que estén en su puesto! (Toca una campanilla.) Ellos que no atienden, y esta campanilla que no suena bastante... (Vuelve a tocar.) ¡Nada! (Toca.) ¡Están sordos!... ¡Antonia! (Toca.) ¡Como si no llamara!... ¡Perros! ¡Granujas! (Toca de nuevo.) ¡Me da una rabia! (Deja la campanilla y grita.) ¡Tilín, tilín, tilín! ¡Pícaros de todos los diablos! ¿Es posible que abandonen de este modo a un pobre enfermo? ¡Tilín, tilín, tilín!... ¡Cabe nada más lastimoso! ¡Tilín, tilín, tilín! ¡Dios mío, me dejan morir solo! ¡Tilín, tilín, tilín!

Las mujeres sabias



Las mujeres sabias es la penúltima comedia de Molière, quien, por entonces, era un hombre enfermo y desencantado. La agudeza de sus críticas a la sociedad de su tiempo le había valido la persecusión por parte de los nobles y de la Iglesia, el resentimiento de los hipócritas y los falsos devotos, y por supuesto, la envidia de sus colegas. Sólo tenía como aliados a Luis XIV y su público. Su salud estaba quebrantada por una vida de sobresaltos, inestabilidad económica y grandes sacrificios.



En Las mujeres sabias, Molière vuelve a ensañarse con lo que él consideraba uno de los peores males de su tiempo: la hipocresía. En este caso, el foco está puesto en los falsos intelectuales, personajes jactanciosos que alcanzaban con facilidad el prestigio y el reconocimiento pero que, bajo la superficie de sus escritos, solo ostentaban afectación y engreimiento, aprovechándose de la candidez y presunción de una clientela de mujeres que pretendían convertirse en sabias y a lo sumo se recibían de sabihondas.


De nada sirvió a  Molière advertir, antes del estreno, que la obra no se basaba en personajes reales. Porque, en rigor de verdad, algunas situaciones y ciertos personajes señalaban claramente a célebres contemporáneos del dramaturgo. Y éstos jamás le perdonaron su nueva afrenta.

Las consecuencias las sufrió Molière, pero hoy podemos disfrutar de la vigencia de esta sátira.